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Una obra más real que la del mundo: descender a la belleza de la muerte

  • Writer: Ailo
    Ailo
  • Apr 16
  • 8 min read

Updated: Apr 21

por Ailo


La compañía La mujer mutante impulsada por Juan Coulasso y Victoria Roland ha creado tres obras de teatro performático que intencional y accidentalmente rompen las convenciones teatrales, sobre todo el rol del espectador pasivo y únicamente observador del hecho artístico.


Su primera obra, El mundo es más fuerte que yo, que cumple diez años de presentarse consecutivamente ante diferentes públicos, dio lugar a la creación de una segunda obra llamada Una obra más real que la del mundo.


Esta obra en cuestión, y de la que vamos a conversar en la nota, tiene lugar en el Cementerio de la Chacarita, desde su creación en 2019.


Hubo controversias, permisos que parecían imposibles de conseguir, dicotomías, preguntas, y discrepancias, pero la obra no es una rebeldía irrespetuosa ni un recorrido sin sentido, muy lejos de eso, la propuesta de La mujer mutante va mucho más allá de una obra de teatro en un cementerio.


Conversamos aquí con Victoria Roland, co-creadora junto a Juan Coulasso de la obra, y actriz de la misma. Por fuera de la compañía ella es además directora, docente, escritora y eterna estudiante de todo lo que rodee las palabras, aquí desmenuzamos de a poco la importancia de esta propuesta que sigue viva viernes y sábados entre los caminos señalizados y no tanto del Cementerio de la Chacarita.


Victoria Roland retratada por Nora Lezano


¿Cómo fue la decisión de hacer una obra en un cementerio? ¿Estaban buscando realizar algo fuera de un teatro, o fue parte del proceso creativo?


Victoria Roland: La decisión de hacer la obra en el cementerio fue una no-decisión. Cuando terminamos la primera temporada de El mundo es más fuerte que yo, que eran en el espacio Roseti cuando éste se encontraba en Chacarita, los espectadores nos transmitían las sensaciones que tenían sobre la ciudad una vez que salían expulsados a la calle al terminar la función. Se encontraban en un estado de contemplación, de un despertar perceptivo, de un tiempo diferente al atardecer por Chacarita. Eso nos hizo preguntarnos, ¿será que nuestra próxima obra tiene que ser en la calle?. Tenía mucha lógica con lo que El mundo trataba de hacer, que era desarmar las lógicas y convenciones teatrales y entender por qué hacíamos teatro. Empezar a pensar la relación teatro-vida. Es así como las primeras prácticas de búsqueda para una nueva obra fueron caminar a la deriva por Chacarita, y en una de esas caminatas donde seguíamos a alguien en silencio por mucho tiempo, nos íbamos perdiendo en la ciudad, hasta que en una de esas idas entramos al Cementerio, como algo natural que está ahí en el barrio.

Como decimos en el principio de la obra, el cementerio nos chupó y no pudimos salir más de ahí.

Ahí adentro empezamos a descubrir sus laberintos, su arquitectura brutalista, el absoluto contraste de un silencio opuesto al ruido total del afuera. Intuitivamente empezamos a pensar cómo sería hacer la obra ahí adentro.


La obra gira alrededor de un personaje hasta entonces misterioso y muy poco registrado, que es el de Ítala Fulvia Villa (1913-1991), una arquitecta argentina (se menciona que fue la primera arquitecta argentina), miembro del Grupo Austral, que fue nada más y nada menos que la creadora del Sexto Panteón, un conjunto de panteones subterráneos que se encuentran más allá de la réplica de La Piedad, en el Cementerio de Chacarita.


Hay un personaje en la obra que es la representación de Ítala Fulvia Villa, ¿cómo fue el proceso de construcción del personaje y qué libertades se tomaron para ello?


V R: Cuando nos encontramos con el Sexto Panteón y empezamos a investigar sobre la figura de Ítala nos impresionó lo invisibilizada que estaba. Primera arquitecta mujer argentina, en el mito popular se creía que ella había trabajado para Clorindo Testa cuando en realidad él trabajo para ella en esta obra del Cementerio. Se convirtió en un personaje central de nuestra obra, estábamos en épocas muy fervientes de feminismo y surgían muchas figuras ausentes que ahora aparecían y eran reconocidas. La época estaba vibrando algo y eso empieza a aparecer también en las obras. Nos pareció importantísimo incorporar a Ítala como personaje, ya que la lógica del resto de los personajes que estábamos creando tenían un aspecto un poco fantasmal. La muerte es el tema principal de la obra y está abordada de diferentes lugares. Imaginar un discurso, un mundo imaginario, la idea de la belleza y la muerte que se vincula con algo que como sociedad tenemos olvidado o puesto debajo del tapete que son los ritos fúnebres, cómo fue cambiando a lo largo de los años nuestro vínculo con la muerte, y una arquitecta que se dedica a imaginar cómo diseñar un gran cementerio popular. (Recordemos que el Cementerio de Chacarita surge a partir de la epidemia de Fiebre amarilla, y la necesidad de sepultar miles y miles de cuerpos que no pertenecían a las familias de clase alta que lo hacían en el Cementerio de Recoleta)


El espacio pasó a ser el protagonista absoluto de nuestra obra, y fue diseñado por ella, es así como la obra se fue transformando en algún aspecto en un homenaje a Ítala que imaginó todo este laberinto en el que nosotros nos podíamos perder y hacer una obra, invitar a otros a perderse y a contemplarlo. Porque la obra invita a contemplar el espacio desde otro lugar, al que rara vez se accede porque cuando se va al cementerio a duelar a alguien no se suele caminar a la deriva dejándose llevar por el espacio. Es un homenaje y una disidencia de la forma de uso de ese monumento, que es algo que nos interesaba respecto a la ciudad en general. La ciudad tiene ciertas funcionalidades y si uno las habita de otra forma aparecen otras cosas, cobran otros sentidos. Por todo esto nos pareció importante la representación de Ítala, porque es uno de los fantasmas más importantes del lugar.


Ítala, en la obra, es interpretada por un varón que interpreta dos personajes, y se transforma a lo largo del recorrido en la representación de la arquitecta.


Nadia Lozano interpretando a Sonia retratada por Nora Lezano
Nadia Lozano interpretando a Sonia retratada por Nora Lezano

En la obra se entrecruzan personajes como guías que nos llevan a descender a ese inframundo, como Virgilios de fantasía. ¿Qué premisas tuvieron para la creación de ellos? ¿Quiénes son, a quiénes representan?


V R: Los personajes fueron habilitando territorios o zonas, no solo espaciales sino también conceptuales. Al comienzo hay una guía adolescente o muy joven, —que interpreta Flor Sánchez Elia— funciona como una guía para perderse, que cuenta y encarna lo que nosotros mismos hicimos, cómo nos fuimos perdiendo en la ciudad. Es la invitadora a este viaje. El personaje que interpreto yo —Victoria Roland— es en parte la representación de la mujer mutante en sí misma, en un sentido más simbólico. Es una chica punk que habita el cementerio de una forma más disidente, que se siente cómoda en ese lugar inadecuado, en el subsuelo del cementerio. Usa un lenguaje más quebrado, callejero, le lee un manifiesto a los muertos y habla de los manifiestos a las vanguardias artísticas, cómo las vanguardias artísticas necesitaron romper la percepción, y cómo lo estamos haciendo nosotros mismos en ese instante. Mete a los espectadores en este túnel-subsuelo para guiarlos al corazón del cementerio, hace foco en que la vida capitalista nos roba el ocio y la libertad de contemplar y vivir libremente, usando nuestro tiempo a nuestro antojo. El personaje de El Jefe —que lo interpreta Ignacio Pereyra León— trae concretamente la función de un guía más histórico, más elegante, vinculado a la historia real de la creación del cementerio, es el personaje que sitúa el aspecto más site specific de la obra, y lo histórico-político del entorno. El personaje de Ítala lo mencionamos, en un comienzo lo investigó Federico Pereyra León, y ahora es interpretado por Nahuel Caputto. El personaje de Sonia —en un comienzo Nadia Lozano y ahora Verónica Gerez— representa a la muerte. Encarna una idea de muerte cómica, desolemnizada, un terreno chistoso pero suave, con un humor ácido y sutil a la vez. Encarna la idea que nos gusta llamar existencialismo municipal, conoce sobre los trámites, las cuotas, los trabajadores del mismo cementerio. Las problemáticas y las desidias estatales, si el cuidador te cuida después de muerto, costumbres sociales burguesas y populares de cómo enterrar a los muertos, una contradicción en tensión que genera el humor en Sonia. Combina algo muy existencial y universal que nos atraviesa a todos que es que vamos a morir, con las pequeñeces que tenemos los seres humanos y las pequeñas administraciones que hacemos de nuestras muertes.


¿Qué notan que aporta la experiencia que proponen a los espectadores? ¿Qué comentarios les han hecho al terminar la obra?


V R: La mujer mutante está interesada en profundizar en experiencias comunitarias mas que en espectáculos, en el sentido más tradicional del término. Esta obra forma parte de una trilogía que trata de pensar nuevas comunidades escénicas, comunidades en las que somos todos parte de una experiencia más que unos que miran, y otros que hacen. Al proponer una procesión todos juntos caminando por el cementerio, en sí mismo somos una puesta en escena. Vistos de afuera somos un grupo, no hay división entre performers y espectadores. La propuesta es de una contemplación colectiva, que no es lo mismo que una contemplación individual, y se nos piden ciertas acciones que se instalan por contagio grupal, como en el final de la obra acostarnos en el pasto al terminar el recorrido. Los comentarios son muy variados, hemos ampliado el público ya que se interesan en esta propuesta arquitectos, arquitectas, estudiantes, cátedras enteras, personas que quieren conocer más sobre su ciudad, turistas también. Y respecto a lo más profundo o conceptual, muchas sensaciones o reflexiones relacionadas al vínculo con la muerte, alivianando lo pesado del rito occidental. Parejas amigas que se preguntaron y decidieron cómo tratar la muerte de cada uno, que un otro sepa qué relación construye cada uno con la muerte y cuál es su deseo y su decisión. Personas también, que no habían vuelto a pisar el cementerio después de atravesar una pérdida muy cercana, y después de haberlo teñido de tristeza y dolor, resignificar el espacio, dejar que el lugar se llene por un rato de magia y belleza, aportó una manera diferente de ver las cosas.


La compañía está trabajando en una ficción documental llamada Señorita Arquitecto, dirigida por Nadia Lozano. Pueden leer más sobre el proyecto en Señorita Arquitecto


La obra tiene funciones viernes 25 y sábado 26 de abril. Y los sábados 3, 10, 24 y 31 de mayo. Las entradas se habilitan los lunes previo a las funciones, a las 14:30hs en el siguiente link.



FICHA TÉCNICA:

Guías: Flor Sánchez Elia, Ignacio Pereyra León, Verónica Gerez, Nahuel Caputto y Victoria Roland

Diseño Sonoro: Matías Coulasso

Diseño de Iluminación: Valeria Junquera

Dirección de Arte: Uriel Cistaro

Realización de Vestuario: Adriana Baldani, Emanuel Nem y Patricia Mizraji

Registro Audiovisual: Francisco Castro Pizzo

Trailers: Nadia Lozano y Federico Pereyra

Colaboración Artística y Bitácora de Ensayos: Macarena Trigo

Fotos: Nora Lezano

Fotos Gacetilla: Muriel Bruschi

Textos: Federico Pereyra, Flor Sánchez Elia, Ignacio Pereyra, Juan Coulasso, Nadia Lozano y Victoria Roland, a partir de citas, testimonios reales, documentos históricos y algunas fantasías

Producción: Micaela Zaninovich y Compañía La mujer Mutante

Asistente de Dirección: Romina Trigo

Asistentes de Funciones 2024: Gonzalo Bao, Agostina Botta, Valentina Carballo

Dirección Coreográfica y Colaboradora en Dramaturgia: Natacha Visconti

Idea y concepción dramatúrgica: Juan Coulasso y Victoria Roland

Dirección: Juan Coulasso

COMPAÑÍA LA MUJER MUTANTE








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