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Los pasteleros: La intimidad de los hombres en el vestuario de un club

  • Foto del escritor: Ficcialidad
    Ficcialidad
  • 13 may
  • 4 Min. de lectura

por Ailo y Nicole Popper




El fútbol es la plataforma base para muchos vínculos hombre-hombre. Hasta pareciera a veces ser una excusa para acercarse, para verse, para tenerse en cuenta y saber cómo están.


Llegamos al Club Buchardo caminando varias cuadras por Libertador y las de la intersección que la separa de Lugones. En ningún momento pasamos por otro lugar que no sea un Club Deportivo de un Sindicato. Todo el tiempo pensamos, ojalá que de esto se trate la obra, y así fue: el sindicato de Pasteleros, y un partido de fútbol. 


El Club Náutico Buchardo se crea en 1907, a orillas del Arroyo Medrano en el barrio de Núñez, para practicar navegación en vela. En sus comienzos el club era una simple casilla de madera. Hacia 1934, las vías del Ferrocarril Belgrano, la Avenida Lugones y el entubamiento del arroyo imposibilitaron la salida al río y forzaron el traslado de toda la actividad náutica a San Isidro. Es así como ahora el Club cuenta con dos sedes, una en Núñez (sede de Los pasteleros), y una en San Isidro. 

Arroyo Medrano, 1907
Arroyo Medrano, 1907
Inicios del Club Buchardo, 19074
Inicios del Club Buchardo, 19074

Al entrar se atraviesa el restaurante del Club, y se sube por una escalera lindera a un espacio donde nos reciben con vino, agua, y una tremenda picada de Paladini. Después de un rato pasamos al vestuario, y nos ubicamos en los bancos periféricos, rodeando un banco central, de vestuario. Suena Valeria Lynch con Me das cada día Más (como en Héroes, el documental del ‘86) y entra un pastelero recaliente porque lo acaban de echar del partido sacándole una roja. Del sector de duchas aparece el otro en toalla. Así empieza esta intimidad pública que gracias al fútbol y al teatro, estos hombres se ocuparon de exponer.



Todo se construye arriba de esa configuración deportiva que son once hombres con un solo objetivo: meter la pelota en un arco. Eso a simple vista.

El corazón se abre por el fútbol, a partir de y para el fútbol. La lealtad, la traición, los secretos, las actitudes, los comentarios.


Los pasteleros son un grupo de trabajadores del rubro panadero que juegan religiosamente partidos contra los galletiteros. A uno lo echan del partido por conductas antideportivas, al otro también, y se encuentran en este vestuario de club en el que parece que están solos, pero están rodeados de todos nosotros invisibles espiando su intimidad.


¿Qué tanto hacen los hombres en la intimidad de los vestuarios?


A partir del fútbol estos tipos hablan de todo: problemas con sus mujeres, amantes, incorporaciones al equipo que no les cierran, el laburo en quiebra de uno, los problemas de guita del otro, las frustraciones y las demostraciones de afecto.

Los valores se subrayan, los códigos son algo implícito que se cuela entre movimientos sutiles de cejas y silencios que dicen más que ciertas frases armadas.

El acercamiento casi erótico que se filtra entre abrazos y piñas, entre pasadas de átomo desinflamante y provocaciones agresivas, es una constante. Hay cosas que se pueden decir solo en un susurro, casi como sacándoselo de encima. La sensibilidad aparece entre bóxers, bolsos y chivo, estos tipos son sensibles hasta el mango, pero hay un cosito que tienen que hace que lo expresen absolutamente al revés.


“Pegame, boludo. 

Te quiero mucho, boludo.

No me digás boludo.”



No hay profundidad que no toquen, aunque parezca que algo se menciona por arriba, es en la simpleza del gesto o de la palabra donde se cuela la verdad.


Los tipos y la carga mental y física de laburar y conseguir la guita para toda la familia, los tipos y la incomprensión a sus esposas o a sus amantes, los tipos y todo lo que no se dicen entre tipos. La frustración que ellos mismos cargan de no haber hablado desde hace mucho, de haberse perdido de la cotidianeidad del otro. Y toda la rosca, las ideas, las ilusiones, las preguntas que no llegan a formularse del todo.


Y la reafirmación:


“Vos sos un hermano para mí.

Vos también.

Te quiero mucho. 

Yo también.

No me jodas, yo te lo dije primero, vos decímelo en otro momento” 


La tensión crece ante la llegada de un tercero, que no es bienvenido por los otros dos. El aire, viciado de antitranspirante, se corta con cuchillo. Y aún así, no se dice demasiado. Pero la sensación es que ante el mínimo movimiento se viene la trompada. Y en ese ambiente crispado, aparece la oportunidad de un negocio y con ella, una gran crisis de fe. Entre berretines y puteadas, algo se hace muy claro: hay cosas con las que no se jode. Y por más que las palabras a veces escaseen, es muy claro que hay valores que, sin necesidad de decirlo, son intocables.

Quizás sea esta la última vez que hablen, hasta el próximo partido de los pasteleros.

La obra se presenta los domingos a las 20 y 21:30 en Junio y Julio. Mayo tiene funciones agotadas. En el Club Buchardo, Comodoro Rivadavia 1250, Núñez.


FICHA TÉCNICA:

Dramaturgia: Ricardo Tamburrano

Actúan: Yamil Chadad, Pablo Chao, Ricardo Tamburrano

Iluminación: Ricardo Sica

Fotografía: Yamil Chadad

Asistencia de dirección: Pablo Lopez Barrios

Producción: Melina Seldes

Dirección: Ricardo Tamburrano


Ailo (Ailén Cafiso) es bailarina, coreógrafa, escritora y artista multimedia. Trabajó diez años como editora, primero en un grupo editorial y luego en un proyecto independiente. Creó el grupo Potencial de acción donde reúne artistas multidisciplinarios para la creación de obras de cine y danza. Co-dirigió Parque (2022), hizo La danza rota (2024) y fue una de las primeras bailarinas del mundo en experimentar con danza y NFTs. Escribe poesía, y está terminando su primera novela. Creó Ficcialidad con el  fin de difundir material artístico e histórico de investigación. ailo.work


Nicole Popper (@nicole.popper)

Nicole Popper es actriz, directora y dramaturga. Estudió Actuación y Dirección teatral en la UNA y se formó en Dramaturgia en la EMAD. También escribe poesía. Como autora y directora, estrenó Pájaro en mano (2016) y Targlok: sobre las reglas terrícolas (2018 y 2022). Actuó en teatro y en tele, y en 2023 la nominaron a los Premios Hugo por su actuación en Llega la mañana. Ahora está ensayando Max Garita, su próxima obra como dramaturga y directora, a estrenar en noviembre en Espacio Callejón.

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