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RUIN, la decadencia de la belleza: ¿El arte pasó de moda?

  • Writer: Nicole Popper
    Nicole Popper
  • 4 days ago
  • 3 min read

Updated: 3 days ago

por Nicole Popper


En un mundo donde lo más valioso siempre es la novedad, RUIN, la decadencia de la belleza revaloriza la tradición del oficio teatral, más antiguo que cualquiera de los entretenimientos que nos rodean hoy en día. Pone en primer plano la labor de quienes juegan por jugar a pesar de que todo alrededor se volvió “cosa seria”.



Con una dirección detallista y sensible, Agustín Soler conduce con minuciosidad de titiritero esta pieza que nos invita a preguntarnos si la belleza no se convirtió ya en una experiencia anacrónica.


 Valiéndose de todo salvo la palabra, la obra se apoya fuertemente en todos los otros lenguajes que componen la escena. A través de una escenografía hermosa en su deterioro, unos vestuarios llenos de sorpresas y texturas, juegos lumínicos, trucos de magia y la interpretación de tres actrices precisas y sensibles, la obra nos invita a dejarnos llevar.


Se nos presenta un circo que, gracias a la confesión de algunas de sus participantes, ya no hace reír, sino que despierta un patetismo tal que solo provoca algo parecido a la pena. Los tres adorables personajes que componen la escena —a cargo de las preciosas actuaciones de Lucía Brasa, Jesica Elois y Carmen Tagle— sostienen lo que frente a nuestros ojos se cae a pedazos. El circo, la posibilidad de entretener, el arte como alimento del alma (y de las panzas de quienes lo hacen), todo se quiebra, se desmorona. Queda frente al público tan solo el eco, una mueca triste, una reverberación de otra época que fue feliz y próspera. Continúa resonando entonces una risa opaca, un lamento sutil, una melodía nostálgica que nos hace añorar un tiempo que ya no existe.



A través de la potencia expresiva de las tres actrices, seguimos hipnotizados por el juego físico, que parece no pasar de moda, pese a la denuncia que representan esos trajes carcomidos por el paso de los años. El público ríe, acompaña, observa expectante, agradece y se agita en un aplauso extenso y muy sentido. 


La obra, escena tras escena, se encarga de develar sus trucos, pero no por eso los vuelve menos atractivos. Muy por el contrario, hay algo en esa artesanía que sigue atrayendo la mirada ya no tan ingenua de los espectadores. En un mundo por demás acelerado y lleno de estímulos, la sorpresa es un valor cada vez más escaso, y eso el público lo sabe, por eso valora y atesora estos trucos expuestos, estos gestos sinceros.


En una contemporaneidad cada vez más indiferente, sostener el trabajo colectivo se vuelve día a día más costoso. Seguir produciendo poesía pese a los insistentes y frustrantes cortes de luz es una tarea absurda pero necesaria. La realidad se impone mediante el empobrecimiento, el hambre, el egoísmo y la desesperación, pero eso no nos quita las ganas de seguir juntándonos a apreciar la belleza.




La función se termina una vez que una de las intérpretes sale del espacio ficcional. Y luego otra, detrás de ella. ¿Qué es eso que ven del otro lado que las obnubila de tal manera? ¿Por qué no pueden evitar salirse del espacio delimitado de ese circo que se derrumba constantemente? Hay una promesa allá afuera, quizás en lo desconocido, seduciendo a estas payasas tristes, que por salirse de su rol, dejan de sostener aquello que ya se estaba desplomando enfrente nuestro. Queda solo un personaje en escena, dando cuenta de la ausencia de sus compañeras en su propio cuerpo. Un espacio imposible de colmar, una tarea inconcebible desde la individualidad. Desde niña, el post teatro es para mí una sensación inexplicable. Sé que atravieso una experiencia estética delicada y transformadora cuando me siento llena y vacía a la vez. Luego de ver RUIN, una pregunta me queda resonando mientras salgo de la sala:

La ilusión ya está rota hace tiempo, pero ¿qué es lo que nos queda si la perdemos?



FICHA TÉCNICA:

Dramaturgia: Agustín Soler

Actúan: Lucía Brasa, Jesica Elois, Carmen Tagle

Vestuario: Celina Santana

Escenografía: Celina Santana

Maquillaje: Guillermina Guardia

Diseño de luces: Lucas Orchessi

Realización de utileria: Guillermina Guardia

Realización de pelucas: Soraya Ceccherelli

Video: Luis Alejandro Villegas Landaeta

Fotografía: Luis Alejandro Villegas Landaeta

Asistencia de escenario: Sofia Reyes

Asistencia De Producción: Melany Flores

Asistencia de dirección: Melany Flores

Prensa: Dafne Strobino Niedermaie

Community Manager: Lucrecia Benavente Álvarez

Producción: Agustín Soler

Colaboración musical: Santiago Blomberg

Co-producción: Galpón De Guevara

Dirección: Agustín Soler


por Nicole Popper (@nicole.popper)


Nicole Popper es actriz, directora y dramaturga. Estudió Actuación y Dirección teatral en la UNA y se formó en Dramaturgia en la EMAD. También escribe poesía. Como autora y directora, estrenó Pájaro en mano (2016) y Targlok: sobre las reglas terrícolas (2018 y 2022). Actuó en teatro y en tele, y en 2023 la nominaron a los Premios Hugo por su actuación en Llega la mañana. Ahora está ensayando Max Garita, su próxima obra como dramaturga y directora, a estrenar en noviembre en Espacio Callejón.

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