Un ensayo —en conferencia: la fragilidad del relato actoral
- Nicole Popper
- Apr 22
- 5 min read
por Nicole Popper
Entro a Fundación Cazadores y ya se hace presente la primera pista: un teatro que no parece un teatro. Podría ser también un centro de exposiciones, un galpón iluminado, un museo. Se inaugura la ambigüedad. ¿Esto que voy a ver es una obra?
Una vez comenzada la función, se instala el código. Tal como lo indica su título, esto es una conferencia. Y como nos cuenta la presentadora, la escenografía se encarga de dejarlo en claro. Vemos una alfombra, sillas giratorias, un atril. Ella misma oficia de conferencista con micrófono que nos presenta el objeto de estudio: un ensayo.

Entonces, bien. Esto es una obra que representa una conferencia que nos expone un ensayo. O es una conferencia que funciona como ensayo abierto de una obra que no va a pasar porque colapsa en esta misma representación. O es un ensayo —que fracasa como tal al tener público— de aproximaciones a la gran pregunta fundamental: ¿qué es actuar?
La conferencia tiene un punto a mostrar, pero no tiene claro cuál. Muestra los hilos en esa búsqueda. ¿Hay algo para decir o solamente se puede intentar articular algo, erráticamente? Vemos a tres personajes, o personas, o exponentes, o cuerpos. El actor balbucea definiciones, pero se ve enseguida que son pura charlatanería. La actriz parece obstinada en esconder cierta información preciada y en probar a toda costa que ella es buena en su labor. La conferencista observa, busca respuestas, certezas. Su estado es de turbación y de incertidumbre. Y es su mirada la que opera como agente fundamental en que los actores, justamente, actúen. Esta espectadora-en-escena funciona como catalizadora de una crisis estructural en los intérpretes que intentan arriesgar una respuesta.
¿Qué es actuar? Podría ser producir gestos que reponen aquello que no está (un cigarrillo, un tiro en la sien), o bien exponer la duda, la pregunta, ofrecerse como superficie de rebote de los cuestionamientos más existenciales: ¿quién soy cuando me miran? ¿A alguien le importa lo que invento? ¿Sé hacer otra cosa si no es esto que hago?
¿La actuación sucede para el público o por el público, gracias a él? ¿Qué es lo mínimo indispensable para que se produzca teatro? ¿Es el texto un elemento esencial? ¿La ficción? Si vivimos en la posverdad, ¿qué constituye una ficción? ¿La noción de personaje? ¿La actuación? Esta propuesta estira todas estas preguntas hasta hacerlas estallar frente a nuestros ojos.
Pareciera ser que en cuanto hay una mirada activa, la actuación simplemente sucede, a pesar incluso de los intérpretes, que no quieren actuar, que no buscan actuar, que no saben dejar de hacerlo, pero que involuntariamente lo hacen, ahora sí lo hacen, ahora sí lo deciden, ahora sí están actuando. En esa confusión se desprenden las dicotomías más fundamentales para el oficio: ¿cuál es la tarea de la actuación si no es reproducir un texto? ¿Qué valor tiene la actuación si constantemente imprime su propio relato por encima del que produjo la tan respetada —y ausente— dramaturgia? ¿Se actúa de afuera para adentro o de adentro para afuera? ¿Es la forma la que alude al contenido o viceversa? Siglos y siglos de trabajo actoral no parecen servir para darnos una respuesta certera.
Los actores se embarcan en la historia pero rápidamente interrumpen las escenas, exponiendo la costura entre ficción y realidad.
“Lo peor es ser obediente” dice una de las actrices, y ahí tenemos un acercamiento de qué es lo que verdaderamente se dirime dentro ese campo de batalla que es el intérprete. La necesidad de que les digan qué hacer lucha contra la voluntad de rebeldía que ofrece el propio relato del cuerpo. ¿Actuar es acatar o es rebelarse?
Allí mismo, frente al público expectante, empieza la búsqueda de un responsable: ¿quién escribió esto? ¿Es aquel que escribe quien tiene la última palabra sobre la obra? Desde ya que no. Pero si no es él/ella, entonces ¿quién?.
¿Hasta dónde estos cuerpos que vemos son un personaje? Estos actores se exponen en un juego voyeurista, en una competencia por definir quién actúa mejor, mientras que no saben bien si están actuando o no.

Cierta escena empieza a desarrollarse, cuyo conflicto principal es el de una infidelidad. Pero tampoco es del todo claro si ella le fue infiel a él. Ni por qué él se siente traicionado. ¿Será un guiño a la pregunta principal? Quizás la actuación es ser infiel al texto. Esa traición inherente que sucede del texto al cuerpo. Y si no hay texto, se tratará de exponer ese engaño al espectador.
La ficción está rota, quebrada, y aún así, los actores hablan, se mueven, producen signos. Pero son signos equívocos y tambaleantes.
Entonces recuerdo mi primera clase de actuación, en donde el docente nos dijo “Actuar es hacer pavadas”. En esta experiencia teatral se revaloriza la actuación como territorio que aloja el regocijo de probar en voz alta, frente a otros.
A través del chiste, se rompe la solemnidad y al mismo tiempo la investidura de la ficción. La actuación nos pide complicidad mientras se descubre imperfecta, en construcción.
¿Y por qué una conferencia? En una época en donde estamos acostumbrados a mostrarnos como espectáculo o producto a consumir, pareciera ser que el lenguaje de actuación predominante es aquel ensimismado y preocupado por probar un punto, cualquiera que sea. Pero la actuación sin escucha ¿es posible?.
La obra produce una sutil denuncia a la falta de escucha característica de la época. Mientras intentan argumentar, el actor interrumpe a la actriz antes de que pueda exponer su punto diciéndole "totalmente de acuerdo", lo que produce una risa culposa en el público.
Las miradas furtivas a los espectadores, la búsqueda de complicidad durante esos instantes en que la actuación devela su propia fragilidad, parecen contarnos que quizás lo único imprescindible para que se produzca el teatro, es jugar ante un público.
Un ensayo —en conferencia— continúa los viernes de abril a las 21.30hs en Fundación Cazadores, Villa Crespo.
FICHA TÉCNICA:
Intérpretes: Silvina Ganger, Claudio Mattos y Virginia Mihura
Arte y colaboración en dirección: Mariu Fermani @mariufermani
Iluminación: Diego Becker @diegobecker_
Producción: Mattos/Montes/Mihura
Dramaturgia y Dirección: Virginia Mihura y Claudio Mattos
𝘈𝘨𝘳𝘢𝘥𝘦𝘤𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴: 𝘓𝘢𝘶𝘳𝘢 𝘎𝘢𝘮𝘣𝘦𝘳𝘨, 𝘌𝘴𝘱𝘢𝘤𝘪𝘰 𝘓𝘰𝘴 𝘝𝘪𝘥𝘳𝘪𝘰𝘴, 𝘝𝘢𝘯𝘪𝘯𝘢 𝘔𝘰𝘯𝘵𝘦𝘴, 𝘊𝘢𝘴𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘈𝘳𝘵𝘦𝘴.
por Nicole Popper (@nicole.popper)
Nicole Popper es actriz, directora y dramaturga. Estudió Actuación y Dirección teatral en la UNA y se formó en Dramaturgia en la EMAD. También escribe poesía. Como autora y directora, estrenó Pájaro en mano (2016) y Targlok: sobre las reglas terrícolas (2018 y 2022). Actuó en teatro y en tele, y en 2023 la nominaron a los Premios Hugo por su actuación en Llega la mañana. Ahora está ensayando Max Garita, su próxima obra como dramaturga y directora, a estrenar en noviembre en Espacio Callejón.
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