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La balada de Clarita Pons: Una apertura al realismo mágico en teatro

  • Foto del escritor: Eugenia Starna
    Eugenia Starna
  • 21 ago
  • 3 Min. de lectura

por Euge Starna




Cuando tengo oportunidad —siendo que el tiempo me lo permite y la dimensión espacial también—, disfruto mucho caminar hacia algún destino. Más aún si eso significa ir a un teatro independiente y a su vez de camino pasar a buscar a una amiga. Buenos Aires es una ciudad en la que viven algo más de tres millones de habitantes, y por día ingresa un millón más. Encontrar la manera de sentirme dentro de una escala más pequeña, en una ciudad tan inmensa, es en cierto modo un bálsamo.


Llegar a Nün Teatro Bar es exactamente eso. Mientras leo “El teatro es sexy” en un sticker, pienso en los actores y actrices que deben estar maquillándose o peinándose desde hace un buen rato. Pienso en todas las horas de ensayo que implica una obra. Pienso en el desarrollo de un guion: dedos moviéndose fervientemente frente a un teclado (o la tinta sobre el papel).


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El público se acomoda, las luces se apagan, la obra comienza.  «La balada de Clarita Pons», de Federico Pezet, es la segunda entrega de Proyecto Encantamientos. Así quedé: encantada. En esta especie de cuento hecho obra de teatro, una jovencita criada en un mundo herméticamente construido por su padre, quien soñaba con que ella fuera la salvación posible para una nueva Argentina, se encuentra con sus deseos de explorar, inquietudes por resolver y muchas preguntas. 


Co-dirigida por su autor junto a Maga Rosu —joven dramaturga quien ya ha dado sólidas garantías de su talento—, esta obra que juega con el realismo mágico nos invita a espejarnos como especie que vive dentro de un mismo territorio delimitado. Nunca son demasiadas las preguntas. ¿Qué es la Patria?, se pregunta, ¿Qué es la Patria? Tampoco está de más el planteo de esa cuestión. Si el límite del lenguaje es el límite del mundo, como enunció Ludwig Wittgenstein, Clarita Pons (Anna Fantoni) quiere indagar por fuera de la pomposidad y lo altisonante. En ese viaje se encuentra con tres jóvenes (Paula Thie, Martín Lacour y Francisco Bereny)  que deben cuidarla, cuando apenas pueden sostener la vida que les ha tocado llevar. 


Los cuerpos se dejan ver como instrumentos expresivos también desde un movimiento bien explorado, bajo la colaboración coreográfica de Malena Martin. Una mención especial a la búsqueda de Martín Lacour. 


La música en escena, compuesta e interpretada por Agustín Cañás, de espaldas al público junto a su piano, es un acierto y otro encanto. Crea, en comunión con la puesta de luces, el ambiente de un hilo narrativo que atraviesa lo onírico, lo palpitante, lo frágil. Una obra profunda y conmovedora, que por momentos también destraba las risas, abriendo la posibilidad de entrecruzar lo político, lo simbólico y lo poético.


Queda una función de «La Balada de Clarita Pons» para no perderse, el miércoles 27 de agosto a las 21 horas en Nün Teatro (Juan Ramírez de Velasco 419, CABA).



FICHA TÉCNICA:

Autoría: Federico Pezet

Intérpretes: Francisco Bereny, Anna Fantoni, Martín Lacour, Paula Thie

Músico En Escena: Agustín Cañás

Diseño De Iluminación: José Binetti

Diseño gráfico: Mora Fumberg

Colaboración en escenografia: Lara Stilstein

Prensa: Prensópolis

Colaboración coreográfica: Malena Martin

Dirección: Federico Pezet, Maga Rosu

Composición Musical: Agustín Cañás


Eugenia Starna (@eugestarna)


Eugenia Starna nació en Bragado, provincia de Buenos Aires. Se dedica a los cruces disciplinares entre la danza y la literatura. Es egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde trabajó junto al Ballet Estable. Se graduó del Profesorado de Arte en Danza por la Universidad Nacional de las Artes, donde a su vez se encuentra cursando la Licenciatura en Artes de la Escritura. Desde 2021 dirige EDEC, proyecto a partir del cual editó una publicación homónima que ya lleva dos ediciones. 

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