top of page

Querida Danza, dos puntos: Una apuesta humorística a un asunto delicado

  • Foto del escritor: Eugenia Starna
    Eugenia Starna
  • 11 jun
  • 3 Min. de lectura

por Euge Starna



Entro a El Portón de Sánchez y leo un cartel: “Si lo pensás, todo enseña”. Una vez más me encuentro en los momentos previos al acto escénico: ese espectáculo vivo y compartido. Intento no dar por sentado aquel motor de reunirnos frente a un interés y deseo común. 



Desde el título de la obra se nos señala un tema de lo más delicado: el vínculo de una persona con el lenguaje que le convoca. Emmanuel Palavecino, creador y director, asume en el proceso creativo su conflicto interno y lo lleva a escena, de una forma completamente cómica. Es un mago intentando hacer un truco. Es un mago intentando develar el procedimiento de un truco que tiene bien estudiado. 


Ya resulta gracioso que se nos invite a una obra de danza donde la decisión primera es que comience a oscuras. Estamos adentro de una cosa y afuera de otra. Las risas del público ya se escuchan, así como también los pasos, golpeteos, respiraciones y agites de los intérpretes. Ya resulta curioso que el director enuncie: te reconozco e igualmente ignoro tu sentido de la vista. Los cuerpos se mueven pero no se ven, solo se oyen. Pienso: esto también es danza. 


Disuelta la cuarta pared desde el inicio de la obra, el público se ve invitado a la contradicción, a la búsqueda de algunos sentidos, al intento de llenar los significantes. La palabra, vetada tradicional e históricamente en la danza, asume un rol tan protagónico como el movimiento. ¿Es danza? ¿Es teatro? ¿Es danza-teatro? ¿Importa una etiqueta?



La danza toma una relevancia central en la vida de quien se dedica profesionalmente a ella. El cuerpo —en sus múltiples dimensiones— se ve completamente atravesado por esa experiencia. A tal punto que uno construye un vínculo con “la danza”, ese lenguaje que se vuelve un otro a quien se le habla, se le pregunta, se le reclama, se le adora… se le escribe una carta.


El guión relata el proceso a partir del cual la obra se construyó, y se nutre de anécdotas e información autobiográfica. Es una invitación a ver el detrás de escena en escena, como si estuviéramos espiando aquello secreto e íntimo.


Abril Lis Varela, Inés Maas, Juan Salvador Giménez Farfán y Mauro Podesta encarnan personajes que seguramente son y no son ellos. Se interrumpen, se afectan, se cuestionan, se sostienen, se coordinan. Mención especial para el vestuario de Uriel Cistaro quien jugando con el ridículo y el absurdo le suma todavía una cuota más de humor a lo que de por sí genera la dramaturgia. Presentada recientemente en FAUNA —el Festival Artístico de la Universidad Nacional de las Artes— recibió una mención especial, mientras que en 2017 ya había obtenido el premio a la mejor obra de danza. Según Marco Glantz, una carta basta para definir a quien la escribe. ¿Quién soy yo para intentar definir a Emmanuel como creador de esta obra-carta que le escribe a la danza? Solo quisiera decir que me alegra infinitamente que tenga espacio en la escena contemporánea. Que se expanda.



FICHA TÉCNICA:

Intérpretes: Juan Salvador Gimenez Farfan, Inés Maas, Mauro Podesta, Abril Lis Varela

Vestuario: Uriel Cistaro

Ilustraciones: Frana Zabala

Diseño De Iluminación: Paula Fraga

Diseño gráfico: Frana Zabala

Asistencia de dirección: Pilar Rodrigo

Colaboración artística: Braian Alonso, Santiago Zugbi

Dirección: Emmanuel Palavecino


Eugenia Starna (@eugestarna)


Eugenia Starna nació en Bragado, provincia de Buenos Aires. Se dedica a los cruces disciplinares entre la danza y la literatura. Es egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, donde trabajó junto al Ballet Estable. Se graduó del Profesorado de Arte en Danza por la Universidad Nacional de las Artes, donde a su vez se encuentra cursando la Licenciatura en Artes de la Escritura. Desde 2021 dirige EDEC, proyecto a partir del cual editó una publicación homónima que ya lleva dos ediciones. 

Comments


bottom of page