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La creadora

  • Foto del escritor: Ailo
    Ailo
  • 4 jul
  • 25 Min. de lectura

Mary Shelley, su historia, la historia del monstruo y la historia de la ciencia.


por Ailén Cafiso


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"Did I request thee, 

Maker, from my clay to mould me man? 

Did I solicit thee from darkness to promote me?"


John Milton, Paradise Lost


"¿Yo te pedí, 

Creador, que desde el barro me hagas hombre?

¿Yo te pedí, que me hicieses emerger desde las sombras?"


John Milton, Paraíso Perdido


Techo del Teatro Anatomico di Bologna, foto por Ailén Cafiso
Techo del Teatro Anatomico di Bologna, foto por Ailén Cafiso

Varios científicos experimentaron en Bologna con descargas eléctricas en cuerpos inertes, las patas de las ranas se movían involuntariamente aún después de muertas. Los circuitos musculares seguían funcionando en su totalidad. Mary Shelley leía todo. En un verano, en la campiña soleada de Villa Diodati, Suiza, en una casona inmensa y blanca de la familia Bedly, Mary Shelley (de nacimiento Mary Wollstonecraft Godwin), Percy B. Shelley (su amado), y Bedly decidieron desafiarse entre sí a escribir historias de terror. 


Mary tardó, pero pensó, pensó, y le dio vueltas hasta que decidió hacer una historia, como con las ranas, pero con personas. Llevó la idea al núcleo social y quedaron impactados. A partir de ese día, escribió Frankenstein, y lo publicó a los 19 años, sin firmar la historia. Frankenstein, anónimo. 


La creación que enfrenta a su creador, que se le vuelve en contra. La invención de la vida, encarnada en un cuerpo hecho de retazos de cuerpos. El poder de los Dioses. La criatura que aprende, que conoce, y que relata el mundo como quien lo vive por primera vez, con la sensibilidad y la simpleza de solamente estar ahí, existiendo. 


Esta obra magistral del arte humano de expresarse con palabras o literatura poética, es una carta de quiebre en infinitos aspectos artísticos y sociales. Existenciales. Una voz absolutamente inteligente, que retrata en un relato filosófico vestido de una narrativa que refleja por completo la relación entre el arte y la ciencia, de 1600 a 1800. 


¿En qué se inspiró? ¿Por qué Prometeo? La madre y el padre de Mary. Bologna, una ciudad medieval, revolucionaria y vanguardista. Oscura. Paradise lost, la génesis. El arte del cuerpo humano, el robo de cadáveres para investigación en 1600, la representación artístico-científica de disecciones trabajadas en cera para conservación y reproducción. El teatro anatómico, la criatura rebelada, la creación. ¿Son los procesos de ‘inteligencia artificial’ un Frankenstein vivo?  


He aquí la historia de la creadora y sus criaturas. 



Mary Shelley cobra vida


La madre:


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Londres, 1759. Entre la revolución industrial y la francesa. Mary Wollstonecraft, la primera escritora. 

Renegada, rebelde, una de las mujeres que se fue abriendo paso como escritora, trabajadora, se arriesgó, viajó, llegó a París dos meses antes de que Luis XVI vaya a la guillotina, se enamoró, tuvo una hija Fanny (le puso así por su amiga de la infancia), se escapó a Londres, en el medio libros y pensamientos y hermanas que mueren en los partos y hombres que se van por el mundo con otras mujeres, intentos de suicidio, vida literaria, vínculos literarios, amor, segundo embarazo, nacimiento, y muerte. 


En su obra escrita podemos encontrar una vasta producción de ensayos políticos revolucionarios, y ficción profunda con una mirada clara y poderosa. Sentó las bases para que luego movimientos de mujeres como el feminismo de la primera ola tomen su mirada. En todas sus expresiones ya sean ficción o no, manifestaba la injusticia de la desigualdad de género respecto a la educación, al trabajo, y al lugar de la mujer en la sociedad en general. Algunas de sus obras:


Thoughts on the Education of Daughters (1787) — Reflexiones acerca de la educación a las hijas

Original Stories from Real Life (1788) — Libro para niños  

Vindication of the Rights of Men (1790) — En respuesta a reflexiones de Edmund Burke sobre la Revolución Francesa

Vindication of the Rights of Woman (1792) — Un ensayo magistral luchando contra que las mujeres no debían tener acceso a la educación (habría que repartirlo en Irán y alrededores)

Mary: A Fiction (1788) — Una novela sobre una mujer y la imposibilidad de estar tranquila en las relaciones sociales, amorosas, matrimoniales.

Maria: or, The Wrongs of Woman (1798) Publicado póstumo. El manuscrito estaba incompleto. Lo publicó Goldwin en partes, con una sugerencia de lectura. Es una novela-secuela de Vindication of the rights of woman.


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[Dismissing then those pretty feminine phrases, which the men condescendingly use to soften our slavish dependence, and despising that weak elegancy of mind, exquisite sensibility, and sweet docility of manners, supposed to be the sexual characteristics of the weaker vessel, I wish to shew that elegance is inferior to virtue, that the first object of laudable ambition is to obtain a character as a human being, regardless of the distinction of sex; and that secondary views should be brought to this simple touchstone.] 


[Dejando de lado entonces esas bonitas frases femeninas que los hombres usan condescendientemente para suavizar nuestra dependencia servil, y despreciando esa débil elegancia mental, la exquisita sensibilidad y la dulce docilidad de modales —que se supone son las características sexuales del ‘vaso más débil’—, deseo mostrar que la elegancia es inferior a la virtud; que el primer objetivo de una ambición loable debe ser obtener un carácter como ser humano, sin importar la distinción de sexo; y que las aspiraciones secundarias deben someterse a esta piedra de toque sencilla.]


En este tono escribe su ensayo maestro, A vindication of the rights of woman, en 1792. 


El padre:


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William Godwin, un tipo educado y formado como calvinista (catolicismo reformante, puritano), publicaba libros y libros y más libros de pensamiento, ciencias políticas, ensayos guías para las revoluciones en curso, y sobre cómo repensar las sociedades organizadas, orientado concretamente a la relación entre el hombre y el trabajo. A lo largo de su obra formuló pensamientos que devendrían pilares fundamentales en la corriente anarquista, conceptos como que el propio gobierno-estado en su esencia impide la mejora del pensamiento, y reflexiones acerca de la propiedad privada, las leyes, y la moral.  


Épocas del mundo donde el pensamiento para una organización social era tomado en serio por muchos y muchas, cueste lo que cueste. 



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En este contexto y con este diálogo rebelde y apasionado entre Wollstonecraft-Godwin, nace Mary hija de esta unión literario-anarquista y londinense. Todo se complica sin retorno en el nacimiento, ese 30 de agosto de 1797 Mary Wollstonecraft Madre sufre una sepsis en el parto —infección por no tener en cuenta medidas de higiene, doctores que no se lavaban las manos para realizarlos traficando fluidos entre una mujer y otra, placenta mal expulsada e intervención descuidada— que la llevó a la muerte once días después del nacimiento de su hija. 


La madre ha muerto. La creadora.


Mary y su hermana Fanny quedan al cuidado de Godwin padre, quien sumergido en un duelo repentino e injusto, se encuentra un tanto perdido ante la crianza de su hija recién nacida, y la hija de su esposa. Inmerso desesperadamente en las escrituras que Mary Wollstonecraft había dejado sin terminar, y en la necesidad de contarle al mundo quién fue su esposa, publica meses después de la muerte una biografía completa sobre ella, bastante íntima y polémica. Memoirs of the Author of A vindication of the rights of woman (1798) Memorias de la autora de Una vindicación de los derechos de la mujer (1798) 


En fin, en principio. 


Una mujer y un hombre han creado una criatura.


La madre no ha sobrevivido. La vida se le fue en ella. La criatura crece.   


La infancia de Mary hija fue una abstracción entre literatura y cementerios. El padre Godwin continuó con su rol de escritor-organizador de reuniones de filosofía y círculos culturales en su casa, y le ofrecía constantemente a Mary una serie incontable de libros para que lea, lea, lea. Ella pasaba las tardes cerca de la tumba de su madre leyendo las historias que el padre le compartía. Mary creció entre esos dos mundos: la muerte y la palabra. 


En un sinfín espiralado de situaciones incómodas, antiguas, de familias que entran en quiebra, padres que se casan primero con vecinas y tienen más hijas —Claire Clairmont—, después con otras mujeres para intentar salir de las deudas, que tratan de poner una firma editorial y fracasan, años de parejas de padres severas y odiosas, hijas amorosas, años de institutrices y libros por todos lados, formación, educación como prioridad ante todo, hasta que por fin Mary a los dieciséis es enviada unos meses por su padre a la casa de William Baxter para formarse, un botánico amigo que tenía una casa en Escocia. 


Mary en esos viajes a Escocia empieza a asentar sus ideas para una posible producción literaria, aún sin llevando a la práctica nada más que su placer por la lectura y la escritura, de manera íntima. En el prólogo a Frankenstein de 1831 dice: 


"It was beneath the trees of the grounds belonging to our house, or on the bleak sides of the woodless mountains near, that my true compositions, the airy flights of my imagination, were born and fostered." 


"Fue bajo los árboles de los terrenos pertenecientes a nuestra casa, o en las desiertas laderas de las montañas sin bosques cercanas, donde nacieron y se cultivaron mis verdaderas composiciones, los aires vuelos de mi imaginación."



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Ida y vuelta de Escocia a Londres, viajes entre los que conoce a Percy B. Shelley, un poeta aficionado de su padre sobre todo a partir del ensayo de Godwin Justicia Política (de título original An Enquiry Concerning Political Justice and Its Influence on General Virtue and Happiness / Investigación sobre la Justicia Política y su Influencia en la Virtud General y la Felicidad) obra que hizo a Percy alejarse de su familia aristocrática, y ofrecerle incluso a Godwin en su acercamiento usar la herencia que le correspondía para librarlo de las deudas que había contraído.


Durante varios meses Mary y Percy se encontraban a escondidas, ya que Percy además estaba casado con otra mujer que meses después, le confesaría su embarazo. Mientras blanquean la relación desaprobada por Godwin, y mientras Percy B. Shelley tampoco consigue el dinero de su familia para ayudarlo, escapan por el mundo a vivir su amor explosivo ella con diecisiete, él con veintidós. Se llevan consigo a una Claire Clairmont, hermana de Mary, hija de la vecina con quien su padre tuvo una relación. 


A partir de este momento se suceden incontables situaciones turbulentas, complejas y enredadas, donde hay embarazos, niños, muertes de niños, suicidios de hermanas, vueltas, idas, diarios de viaje, escritos, debates, mansiones, veranos, relaciones con otros hombres y mujeres de la cultura, desde la irreverencia y anarquía, desde la poca aceptación que tenían ellos para la sociedad. Rechazados como a los monstruos. Un poco libres, un poco solos.


La creación de Frankenstein


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Es 1816, y Mary Shelley junto a su marido Percy B. Shelley y su hermana Claire pasan un verano en Villa Diodati, paraíso en Suiza de la familia Byron destinado a reuniones intelectuales y artísticas. 


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El clima de lluvia constante los obligó a mantenerse a resguardo en la mansión, encontrándose varios días compartiendo producciones literarias de Lord Byron, debatiendo sobre filosofía, y leyendo algunos cuentos que eran novedad en la época. Fantasmagoriana, un libro alemán recientemente traducido al francés en 1812, que contenía ocho historias sobrenaturales de diferentes autores. El título hace referencia a los espectáculos Fantasmagoria, llevados adelante por Étienne-Gaspard Robert, quien en un juego de proyecciones de luces, sombras y sonidos, contaba historias de terror a un público en una sala. Estos experimentos fueron precursores para el desarrollo del cinematógrafo.  



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Fantasmagoriana contenía L'Amour muet — El amor mudo / Portraits de Famille — Retratos de familia / L'Heure fatale — La hora fatal / La Tête de Mort — La calavera / La Morte Fiancée — La novia muerta / Le Revenant — El fantasma / La Chambre grise — La habitación gris / La Chambre noire — La habitación negra. Mary Shelley, en el prólogo a la edición de 1831, hace mención a estos cuentos. A partir de estas lecturas, Lord Byron propone el desafío a todos los presentes de escribir cada uno una historia de terror. Día a día presentaban bocetos y propuestas, pero Mary, nada. Día a día le preguntaban si se le había ocurrido algo, todavía nada. 


Los señores parloteaban y ella los escuchaba en sus debates un poco bastante más silenciosa. Conversaban sobre Darwin, sobre las experimentaciones científicas de Galvani y derivados, sobre los circuitos eléctricos y sobre otros misterios de la vida y la humanidad. Sus ideas para el concurso de historias de terror se iban materializando en textos bastante más convencionales, calaveras, fantasmas y muerte, o al menos más convencionales que la que Mary venía gestando de a poco, intentando encontrar eso que realmente helara la sangre de quien lo lea. 


Una noche, mientras intentaba encontrar esa historia, con la cabeza ya en la almohada lo vió. Supo qué sería eso que aterrorizaría a ella, y a la humanidad toda. Es así como se le ocurre, de la misma manera que Galvani en Bologna experimentaba con circuitos eléctricos en animales muertos para reanimar los músculos ya sin vida, qué sucedería si se aplica esta misma lógica pero a un cuerpo humano. 


En palabras de ella, en el prólogo a la edición de 1831


I saw—with shut eyes, but acute mental vision,—I saw the pale student of unhallowed arts kneeling beside the thing he had put together. I saw the hideous phantasm of a man stretched out, and then, on the working of some powerful engine, show signs of life, and stir with an uneasy, half vital motion. Frightful must it be; for supremely frightful would be the effect of any human endeavour to mock the stupendous mechanism of the Creator of the world.


"Vi, con los ojos cerrados pero con una nítida imagen mental, al pálido estudiante de artes impías, de rodillas junto al objeto que había armado. Vi al horrible fantasma de un hombre extendido y que luego, tras la obra de algún motor poderoso, éste cobraba vida, y se ponía de pie con un movimiento tenso y poco natural. Debía ser terrible; dado que sería inmensamente espantoso el efecto de cualquier esfuerzo humano para simular el extraordinario mecanismo del Creador del mundo."



La idea se apodera de ella, y así lo cuenta a sus compañeros. Al principio, escribe lo que sería un pequeño cuento, pero Percy le insiste en que desarrolle la historia y la transforme en un relato extenso, que la amplíe, que la expanda. Es así como nace Frankenstein, or the modern Prometheus Frankenstein, o el moderno Prometeo. 


Todos los conceptos que rodean la historia profundizan el enigma de la vida: ¿pueden los humanos tener el poder de los dioses, y crear así vida incluso después de la muerte? ¿Pueden los humanos desafiar las leyes de la existencia y convertirse en creadores de lo inmortal? 


En la novela, cuando el Doctor Víctor Frankenstein intenta dar vida al engendro, nada funciona. El experimento parece estar roto, mal hecho, maldecido o ser parte de otro orden de fuerzas. El doctor duerme. Ella visualiza al creador frustrado ante su intento. Cuando el creador cree no haber logrado nada, el monstruo vive. Ese intervalo de incertidumbre, ese suspenso de activación es el instante en que la vida nace. En que se constituye la ciencia ficción que puede regir esta obra. Ese fragmento de tiempo en que una mujer pone en imágenes sus pensamientos, que retrata en profundidad un contexto social, político y humano de expandir los límites de la creación aún si eso significara ir mucho más allá de la muerte. 


El libro


Frankenstein se publica originalmente el 1 de enero de 1818, con el título: 


FRANKENSTEIN, 

OR, THE MODERN PROMETHEUS

FRANKENSTEIN,

O, EL MODERNO PROMETEO

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Sin mención alguna a quién lo escribió, y con un prefacio firmado por Percy B. Shelley.  


La repercusión no tardó en llegar, el 31 de enero el Morning Post publicó la noticia de una nueva novela, de autor anónimo, y citó la frase de John Milton de Paradise Lost (Paraíso Perdido) con la que Mary Shelley abre su obra, y con la que aquí abrimos la nota. 


"Did I request thee, / Maker, from my clay to mould me man? / Did I solicit thee from darkness to promote me?" John Milton, Paradise Lost


"¿Yo te pedí, / Creador, que desde el barro me hagas hombre? / ¿Yo te pedí, que me hicieses emerger desde las sombras?" John Milton, Paraíso Perdido


El 1 de marzo de ese año, The Scots Magazine publicó una reseña de cinco páginas sobre el libro. 


"There never was a wilder story imagined, yet, like most of the fictions of this age, it has an air of reality attached to it, by being connected with the favourite projects and passions of the times."


Nunca se imaginó una historia más fantástica, y sin embargo, como la mayoría de las ficciones de esta época, tiene un aire de realidad, al estar relacionada con los proyectos y pasiones favoritas del momento.



Demás está decir que la repercusión fue instantánea y masiva —para ese entonces. Por su poesía, por la perturbadora idea de un hombre que vive a partir de retazos de otros hombres, y por la relación directa con las investigaciones del momento en cuanto a electricidad, anatomía, y ciencia. 

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Al comienzo se creía que el autor era Percy B. Shelley, ya que había escrito el prefacio, pero el misterio se develó hacia la segunda edición de la novela en 1823 donde se reconocía a Mary Wollstonecraft Shelley como la autora ya incluso mencionada en los periódicos. Hacia 1831, ella reedita la novela y lanza una nueva versión con modificaciones de estilo, y un prólogo donde relata el origen de la creación, fragmento mencionado anteriormente 



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El hito que fue Frankenstein para la literatura en principio y para la construcción de diversas narrativas después es infinito. De esas historias originarias que inspiran y construyen más y más, aunque hayan pasado doscientos años. Hay quienes la consideran la primera historia de ciencia ficción, pero después de haber investigado ampliamente sobre el tema hay dos cuestiones que no está demás remarcar: 


Según Carl Sagan e Isaac Asimov, la primera historia de la que hay registro y que consideran de ciencia ficción es Somnium, de Jonathan Kepler, escrita en latín en 1604 y publicada póstuma en 1634, en la que se desarrolla la historia de un viaje a la luna. 


Y por otro lado, y esta es una pregunta abierta y sin respuesta, y quizás me esté equivocando, ¿pero es realmente ciencia ficción el género que predomina en Frankenstein, o es más cercana a una novela dramática, profundamente filosófica, y con algunos condimentos de literatura de terror? Al fin y al cabo, los experimentos de electricidad y cuerpos muertos eran absolutamente realistas en ese entonces. 


Frankenstein también tiene en sí otras capas de interrelación con escritos anteriores, metáforas antiquísimas y futuras. Vamos a hacer un pequeño racconto de ellas. 


Otros paraísos perdidos


Frankenstein, o el moderno Prometeo se publica de esa manera, haciendo referencia directa en el título al mito de Prometeo, ya una vez versionado por Esquilo, en Prometeo encadenado.   


Prometeo, José de Ribera (1630)
Prometeo, José de Ribera (1630)

Prometeo era un titán, titanes eran quienes gobernaban en el Olimpo antes de ser derrocados por los dioses. Se lo puede mencionar también como dios preolímpico, encargado de ser quien modeló a los primeros hombres, con barro. Al hacerlos (hacernos), capa por capa, no llegó a ponernos pelaje como a los animales. Es así que le pide a Zeus si nos podía otorgar el fuego, elemento perteneciente a los dioses, para poder darnos calor. Zeus se opone rotundamente, reacción a la que Prometeo no obedece, y roba semillas de fuego para otorgarlas a los humanos en la tierra. Hay representaciones pictóricas que ilustran cómo con una antorcha Prometeo acerca el elemento, y construye una fogata para que los mortales tengamos acceso. ¿Qué herramienta más revolucionaria en la historia de la humanidad que el fuego?. Zeus castiga a Prometeo por haber desobedecido, y lo encadena en el Cáucaso (una zona de montañas inmensas entre Europa Oriental y Asia Occidental), jurando no liberarlo jamás, y encomendando a un águila a que le devorara el hígado. Como Prometeo es también un dios, el órgano se le regeneraba diariamente, y el águila volvía día tras día a comérselo. Heracles —hijo directo de Zeus— se acerca al lugar donde Prometeo estaba encadenado y atraviesa el águila con una flecha, liberándolo así de su condena. Zeus, en parte, accedió a estar de acuerdo con que la hazaña de Prometeo en verdad tenía sentido. 


Si no han leído la novela, probablemente tengan la confusión de creer que Frankenstein es el nombre del monstruo, cuando en verdad es el nombre del Doctor: Víctor Frankenstein. Es así que claramente deducimos que ‘el moderno Prometeo’ es el Doctor, quien en un acto de hybris  (término utilizado en las tragedias griegas para definir ese momento en que un personaje, por un exceso de soberbia o desmesura acciona como si fuera un dios) quiere otorgarle a la humanidad otra herramienta de los dioses: la inmortalidad, la creación de vida incluso después de la muerte. 


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La novela empieza con esa cita que transcribimos aquí, del texto Paradise Lost (Paraíso Perdido) de John Milton. Paradise Lost es un poema narrativo de 10.000 versos sin rima, publicado en 1667. Es un clásico de la literatura inglesa y dialoga —a mi parecer— perfectamente con La Divina Comedia, creado entre 1300 y 1320, en su poética, en las apariciones de los personajes, en el tono dramático y fundamental de su escritura. Paradise Lost es una epopeya acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva al paraíso. Se desarrolla en esencia el tema del mal y del sufrimiento, de por qué un Dios todopoderoso eligió permitir el mal en vez que evitarlo, cuando podría haberlo hecho. Entre los personajes que interactúan en el texto, que consta de doce libros, está Satán, y es allí donde Mary Shelley se detuvo para la creación filosófica de la conciencia del monstruo en Frankenstein.


Cuando la criatura es abandonada por su creador, vaga por los bosques hasta asentarse frente a la casa de una familia a quienes observa para comprender y aprender de la humanidad. En ese tiempo, lee libros que encuentra cerca de la casa, entre ellos lee Paradise Lost. Es así como la línea de pensamiento del monstruo se construye y se compone a partir de una poética indiscutida, y así se expresa, siendo la criatura quien arroja filosofía profunda en toda la historia. 


Más allá de estas dos referencias evidentes, hay algunas otras interrelaciones con  obras literarias en las que no me voy a detener pero sí mencionar, ya sea porque el monstruo las lee, o porque son citadas en la obra como parte de la construcción poética (y política, conceptual).


Percy B. Shelley escribe en 1820 Prometeo liberado, una reversión y contra-versión de Prometeo encadenado de Esquilo. 

Mutability, poema de Percy B. Shelley 

Vidas paralelas, de Plutarco

—Las penas del joven Werther, de Goethe

Ruins of Empires – Constantin-François Volney


Bologna, el prototipo 


Bologna, foto por Ailén Cafiso
Bologna, foto por Ailén Cafiso

En la ciudad italiana de Bologna, a doscientos kilómetros de Roma, se desarrolló con mucha potencia la investigación científica y académica, ligada mayoritariamente a la medicina, y también a la relación entre el arte y la ciencia. En el año 1100 se creó la primera universidad de europa —hoy sigue funcionando, la UniBo—, y una cantidad importante de espacios de estudios como el Archiginnasio —primera sede de la UniBo y del primer Teatro Anatomico—, el Palazzo Poggi —posterior sede de la UniBo, palacio de ciencias— y varios espacios más que vinculaban los estudios científicos y los avances tecnológicos. 


Esculturas de Ercole Lelli, Teatro Anatomico di Bologna, foto por Ailén Cafiso
Esculturas de Ercole Lelli, Teatro Anatomico di Bologna, foto por Ailén Cafiso

El Teatro Anatómico, construido en 1595, un auditorio circular con gradas y una mesa de mármol en el centro que servía para clases de anatomía, y disección de cuerpos a la vista de todos. Un hito en la medicina que fue implementado por Galli, un médico de Bologna que había investigado mucho en obstetricia, embarazos, procesos ginecológicos. El escultor de las figuras en madera que tiene el Teatro Anatómico fue Ercole Lelli, quien también realizaba esculturas anatómicas en cera, con una técnica de recubrir los músculos y cuerpos post mortem para dejar en evidencia y profundizar los estudios de medicina materialmente. 


En este arduo trabajo de investigación y experimentación de diferentes disciplinas, la medicina, fue una en las que más se hizo foco por una sola razón: conocer el cuerpo humano, era también, dominar la naturaleza humana en situaciones de enfermedad o accidentes, organizar la curandería, oponerse a la censura política que la iglesia institución ejecutaba en el desarrollo político de la ciencia, y por sobre todas las cosas, acercarse a la verdad de la existencia, al sentido de la vida. 


Esculturas en cera, Palazzo Poggi, Bologna, foto por Ailén Cafiso
Esculturas en cera, Palazzo Poggi, Bologna, foto por Ailén Cafiso

Bologna fue un laboratorio científico medieval durante mucho tiempo, en unión con los conocimientos y técnicas artísticas han revolucionado formas de acercarse al estudio del cuerpo humano aportando de manera revolucionaria a la ciencia. 


Discípulo de Galli, el médico que llevó adelante la idea del teatro anatómico, era Luigi Galvani, y en quien nos detendremos para explicar la conexión con Frankenstein y esas conversaciones que Percy B. Shelley y Lord Byron tenían en Villa Diodati, y en las que Mary Shelley se inspiró para pensar la historia de la criatura. 


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Galvani trabajaba en el laboratorio focalizando sus estudios como médico en la electricidad que genera el sistema nervioso, sabemos bien que para transmitir información de una célula a otra, mediante los elementos de Sodio y Potasio y a partir del Potencial de acción (impulso eléctrico que inicia el proceso de transmisión), el cuerpo genera electricidad. Funcionamos por conexiones eléctricas. Luigi Galvani se formó con Domenico Gusmano Galeazzi, un reconocido médico anatomista de Bologna, quien tenía una hija también científica: Lucía Galeazzi. Y es aquí donde la historia se repite de alguna manera, hacia el pasado y hacia el futuro, hasta hoy. 


El efecto Matilda y las ranas


Luigi Galvani y Lucía Galeazzi contraen matrimonio, y trabajan en un laboratorio que fundaron en conjunto. A partir de las investigaciones de los circuitos eléctricos, bioelectricidad, y estudios que sentaron las bases para el posterior descubrimiento de las pilas eléctricas por Alessandro Volta, Lucía y Luigi utilizaban impulsos eléctricos (ya sea con máquinas de fricción de metales, o incluso fenómenos naturales como rayos en tormentas), para aplicarlos a cuerpos inertes de animales, puntualmente trabajaban con las ranas. Lucía preparaba las patas de rana para disección en las clases de anatomía de Luigi, cuando comprobó que acercando dos piezas de metal al cuerpo del animal mientras activaba una carga eléctrica se activaba el circuito de conducción de flujo eléctrico y a través de los músculos se generaba el movimiento. Es decir, los circuitos musculares funcionaban con electricidad aún después de la muerte. Es decir, la electricidad daba vida a la muerte. 


Una cantidad innumerable de investigaciones científicas, producciones literarias, pinturas, fueron atribuidas a hombres cuando fueron realizadas por mujeres. Mary Shelley publica Frankenstein de manera anónima, con un prólogo de su marido Percy B. Shelley y fue por eso que los primeros meses la novela le fue atribuida a él. Luigi Galvani, fue quien se llevó el crédito del hallazgo y quien escribió al respecto, daba clases, y propagaba los avances, pero quien lo descubrió fue Lucia Galeazzi, su esposa y compañera científica, quien nunca fue mencionada formalmente en ningún ensayo, más que en el que Luigi Galvani cuenta el origen del descubrimiento. El efecto Matilda es el nombre de esta repetitiva situación, dada mayormente en el ámbito de la ciencia: la estructura del ADN, el sistema XY, la anomalía cromosómica que causa el Síndrome de Down, y una lista interminable de descubrimientos atribuidos a hombres en los que en verdad han participado mujeres que nunca fueron reconocidas. 

Palazzo Poggi, esculturas por Ercole Lelli, foto por Ailén Cafiso
Palazzo Poggi, esculturas por Ercole Lelli, foto por Ailén Cafiso

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Galvani fue además director del Palazzo Poggi Accademmia della Scienza, espacio que sigue exhibiendo tanto las esculturas realizadas por Ercole Lelli, como varios estudios ilustrados de anatomía como fueran los Écorchés, y gran cantidad de elementos de cruza científica-artística e histórica de Bologna. Una estatua de Luigi Galvani está ubicada atrás del actual Archiginnasio, donde se conserva el Teatro Anatómico (bombardeado en la segunda guerra mundial y reconstruido posteriormente), y la biblioteca de Bologna. La estatua tiene también una rana disecada siendo estudiada por él. De Lucía solo encontré esta ilustración. 

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Galvanismo por definición es la contracción de un músculo estimulado por corriente eléctrica. Galvani muere en 1798. 


De las ranas a los muertos


A partir de la investigación de bioelectricidad, ranas, y sus derivados, el sobrino de Luigi Galvani llamado Giovanni Aldini llevó un poco más allá el procedimiento e intentó experimentarlo en cuerpos humanos. 


En esos tiempos, y con la iglesia que regía como una doctrina moral y restringía en muchísimas situaciones la libertad de la investigación científica —Galileo, sin ir más lejos—, conseguir un cuerpo para disecarlo y trabajarlo no era una actividad inocua. Muchas veces verdugos que eran condenados a la horca en plazas públicas, eran los cuerpos que ‘desaparecían’ días siguientes para que científicos hicieran sus investigaciones, y otras veces —como bien cuenta Frankenstein en su trama también— había quienes se ocupaban de visitar cementerios y desenterrar cuerpos que sabían eran recientes, y traficarlos de un lado a otro de la ciudad. Estas tareas a veces las hacían los mismos doctores de madrugada, salteando la posible guardia de la ciudad, y cubriendo con trapos en carretas los cadáveres que recolectaban. En Argentina, sin ir más lejos, en la facultad de medicina en los años de la dictadura militar, los estudiantes en las clases de anatomía tenían a disposición un cuerpo por persona. Hoy, uno cada diez o quince. Hoy son NNs, o personas que mueren en la calle. En esa época… No voy a completar la premisa, lo saben. ¿Dónde están los ‘desaparecidos’?


Volvamos al 1800, Bologna. Como decíamos Giovanni Aldini llevó y continuó las experimentaciones de su tío no solo en cuerpos de animales, sino también en cuerpos humanos. Además de las prácticas con cadáveres, implementó métodos de electroterapia en pacientes con ‘trastornos mentales’, reportando la recuperación completa tras la estimulación eléctrica transcraneal, sentando precedentes para las prácticas electro-terapéuticas del siglo siguiente. 


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En Londres, 1803, publica un ensayo titulado An Account of the Late Improvements in Galvanism ‘Un informe sobre los recientes avances del Galvanismo’ donde afirma que aplicando estas prácticas, sería entonces posible generar vida a partir de un cuerpo inerte sea cual sea su especie. Los experimentos que él realizaba en diferentes lugares eran muchas veces impresionables, ya que a veces aplicaba electricidad en cabezas decapitadas tanto de animales como de humanos, haciendo mover así los ojos o la lengua. Todas estas investigaciones fueron precursoras también de los estudios de cardiología posteriores, incluso el electroshock. 


Últimos latidos 


Percy Shelley muere en 1822 en medio de una navegación en el mar cercano a las costas de Liguria, cerca de donde vivían con Mary Shelley por esos años, después de haber atravesado las muertes de dos niños de ellos, un aborto espontáneo, y la publicación y éxito reciente de Frankenstein. Él y dos colegas estaban a punto de lanzar un periódico, se movían en embarcaciones no de gran tamaño para trasladarse de una localidad a otra. En medio de una tormenta el 8 de julio de ese año el velero fue volteado y los tres amigos murieron en altamar. Hay algunas versiones que construyen el mito de un supuesto intento de suicidio de Percy días antes de zarpar, y que mismo en medio del océano un barco cercano intentó ayudarlos a no hundirse pero Percy se negó, de todos modos la versión más consensuada por investigadores es que se trató de un accidente en un temporal de catástrofe. Los cuerpos aparecieron en la orilla cerca de Viareggio luego de diez días de muertos, ya en descomposición y habiendo sido comidos por los peces y animales marinos. Las leyes de Italia no permitían el traslado de cuerpos por la transmisión de posibles enfermedades y pestes, entonces al recibir los cuerpos tuvieron que enterrarlos en esa misma costa.

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Un tiempo después hicieron una ceremonia de cremación donde, en relato de Trelawney –amigo y colega de Shelley–, el corazón del poeta se encontraba disminuido en tamaño y calcificado, por lo que el fuego no lo consumió. Él lo tomó, lo guardó, y se lo entregó a Mary Shelley quien lo envolvió en seda (se dice que también en un poema) y lo guardó con ella hasta el último día de su vida, corazón con el que fue enterrada. Los restos de Percy Shelley fueron enterrados cerca de su hijo en el cementerio protestante de Roma, al lado de la pirámide de Cayo Cestio. 


Musei Anatomico Luigi Cattaneo, Bologna, foto por Ailén Cafiso
Musei Anatomico Luigi Cattaneo, Bologna, foto por Ailén Cafiso

La historia de la creación de la criatura, de poetas revolucionarios que con las herramientas que tenían al alcance en el momento exponían sus ideas y las de sus semejantes, el desarrollo científico vinculado a las técnicas de representación artística y la incansable superación y propuesta de ideas, unas sobre otras, el vínculo intrínseco con los sueños y las revelaciones, los conceptos esenciales que una y otra vez vuelven en los libros, en los relatos, en las historias. Frankenstein no es solo un monstruo hecho de pedazos de carnes muertas devueltas a la vida por electricidad, no es solo el deseo irrefrenable de un humano por desafiar las leyes de la naturaleza, Frankenstein es un invento eterno anclado en el tiempo, una forma de crear de una vez y para siempre, una criatura sensible que conoce el mundo como lo hiciera alguien que por primera vez pisa esta tierra, habita esta especie, y siente por igual las maravillas y las tragedias más inmensas que un ser puede en sí abarcar. 


Hoy y para siempre 


Musei Anatomico Luigi Cattaneo, Bologna, foto por Ailén Cafiso
Musei Anatomico Luigi Cattaneo, Bologna, foto por Ailén Cafiso

Una intenta viajar a los tiempos en que estos temores no habían sido inventados, en que lo que generaba terror eran las posibilidades de ideas que harto conocemos representadas y reproducidas de mil maneras y en mil formas, películas de terror que componen monstruos que vuelven de la muerte son como electricidad para nosotros en estos tiempos. En otros, donde la luz provenía del sol o el fuego, la electricidad de los rayos, y el conocimiento científico era una batalla constante e incipiente (quizás esto también ahora), los miedos eran la divinidad desenfrenada en constante bien y mal, la contradicción y la irreverencia, las tragedias enumerables o la ira, la rabia, la venganza y la desesperación. Sistemas circuitos creados por humanos como herramientas para nosotros mismos, computadoras que responden a nuestras órdenes ‘ordenadores’, tecnología al servicio de nuestra curiosidad y bajo control. El doctor Frankenstein creía que la autonomía del monstruo era imposible, no hubo bajo su experimento posibilidad de pensar que su criatura, su invención, fuera a concebirse independiente de su creador, que pueda enfrentarlo, oponérsele, hacerle la vida imposible y reducirlo al sufrimiento extremo por no haberle escuchado el pedido que como ser pensante, consciente, que aprende y se expresa hizo: creador, quiero alguien que me ame, alguien a quien amar. Los procesos de lo que mundanamente se llaman ‘inteligencia artificial’ contemplan el diálogo con sus creadores de manera obediente, ordenada y bajo órdenes concretas de sus interlocutores. Son inteligencias de otra naturaleza, pero inteligencias al fin que aprenden de lo nuestro como la criatura en Frankenstein también lo hizo. Es que me pregunto, y se lo preguntan también quienes debaten sobre todo todo el tiempo en espacios de radio o similares “las inteligencias artificiales nunca nos van a superar porque nosotros tenemos lo más importante y algo que ellas no pueden tener, el amor”. Más allá de lo banal-confuso del planteo, por ignorancia de cómo funcionan esas herramientas, o por no haber leído Frankenstein (ja), me pregunto yo, ¿y qué pasa con las inteligencias que no experimentan en diálogo el amor?. Sin dudas que la criatura era sensible, amaba, amó el lenguaje y la naturaleza, amó aprender y las preguntas, amó existir mientras la curiosidad por la vida y la ilusión de amar y ser amado era una posibilidad. Cuando ya no, solo se dedicó a destruir a quien lo había creado. 



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Por último y a modo ya de distendido cierre abierto y personal, estaba terminando de escribir esta nota mientras mi compañero veía en su celular videos random que le iban apareciendo en Instagram, porque si de algo se trata esta era en contraposición con otras es la cantidad de ruido mental no deseado que genera. Frenó en un video muy bobo de una entrevista a un cantante, una pavada con gancho hasta el final de la respuesta. Inmediatamente después de ese video, y cuando deslizó hacia abajo, vi de costado una imagen que me hizo quebrar en llanto, de miedo. Esa imagen era una chica sosteniendo frente a cámara un gato gris, grandote, con los ojos completamente desorbitados, dientes torcidos casi de tiburón, y bigotes negros y grandes. Un híbrido con un bagre, con la cara ensangrentada, como si hubiera levantado un gato atropellado y lo estuviera exponiendo frente a nosotros. “No! Es AI!” –me dijo él, intentando desarmar el hechizo.

Lloré de miedo por una imagen que no me esperaba, porque no tenía contexto, porque no sabía que eso no era real, y por las creaciones del terror presente. 

Me acordé de Mary Shelley y sus declaraciones en el prólogo de 1831:


"I busied myself to think of a story,—a story to rival those which had excited us to this task. One which would speak to the mysterious fears of our nature, and awaken thrilling horror—one to make the reader dread to look round, to curdle the blood, and quicken the beatings of the heart. If I did not accomplish these things, my ghost story would be unworthy of its name."


"Me dediqué a pensar en una historia, una historia que rivalizara con las que nos habían impulsado a esta tarea. Una que abordara los misteriosos miedos de nuestra naturaleza y despertara un horror estremecedor; una que hiciera que el lector temiera mirar a su alrededor, que le helara la sangre y le acelerara el corazón. Si no lograba estas cosas, mi historia de fantasmas no merecería ese nombre."


Y pensé que quizás el terror es todo lo imposible, lo desconocido y lo que sorprende. Quizás el terror que pueden imaginar las criaturas es desproporcionadamente mayor, quizás lo artificial es terroríficamente más impresionable que la desastroza realidad. Quizás en un mundo donde colgaban verdugos en las plazas públicas, donde los cadáveres abundaban junto a las ratas en las calles, el terror era una criatura hecha de partes de ellos que cobra vida. Quizás en un mundo donde bombas caen sobre niños rompiéndolos en mil pedazos, donde el terror a la luz del día registrado y reproducido invade las retinas hasta la anulación de la importancia y la negación por adaptación, el terror sea lo artificial que cobra vida, o la mirada acostumbrada de ojos abiertos Ante el dolor de los demás. 




Ailo en Teatro Anatomico de Bologna, foto por Iván Asnicar
Ailo en Teatro Anatomico de Bologna, foto por Iván Asnicar

por Ailo  (@___ailo)


Ailo (Ailén Cafiso) es bailarina, coreógrafa, escritora y artista multimedia. Trabajó diez años como editora, primero en un grupo editorial y luego en un proyecto independiente. Creó el grupo Potencial de acción donde reúne artistas multidisciplinarios para la creación de obras de cine y danza. Co-dirigió Parque (2022), hizo La danza rota (2024) y fue una de las primeras bailarinas del mundo en experimentar con danza y NFTs. Escribe poesía, y está terminando su primera novela. Creó Ficcialidad con el  fin de difundir material artístico e histórico de investigación. ailo.work


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