Max Garita: En búsqueda de alguien más
- Ailo

- 29 nov
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 30 nov
por Ailo

Max Garita se estrenó en el marco del Festival Callejón 2025. Idea y dirección de Nicole Popper. Actuaciones de Camilo Polotto Javkin y Lautaro Noriega. Diseño sonoro y música de Alessio Tiracchia. Iluminación de Ricardo Sica. Asistencia general de Camila Toker. Aquí, una breve introducción, y una hermosa entrevista a la directora sobre el proceso creativo.
Max trabaja en la garita de vigilancia de un country y allí pasa sus noches. La compañía que puede encontrar proviene de artefactos electrónicos que simulan dialogar con humanos en tiempo real: una televisión, una radio, un dispositivo de pregunta y respuesta inmediata, como una AI pero inidentificable para nosotros. Max y su estadía nocturna perpetua, su imaginación y su entresueño, todo lo que ocurre mientras Max trabaja, deja entrar, deja salir, vigila, y duerme.
La obra se deja ver casi como una película, desde la composición atemporal de los acontecimientos, los trucos y las luces, las intervenciones sonoras y de efectos, la celebradísima poca linealidad de la propuesta, el ritmo.
Todo lo que pasa mientras Max (Camilo Polotto Javkin) vigila el ingreso y egreso de propietarios y visitantes se comporta como un sueño. Un chico misterioso y casi idéntico a Max, de nombre Axel (Lautaro Noriega), interviene su garita para incentivarlo a recordar esos otros tiempos en que Max no se rendía ante el trabajo, y sostenía una rebeldía un poco más vital, un poco más libre.
Max Garita no es la primera obra que Nicole Popper escribe y dirige, pero sí podría ser la primera en que constituye e imprime un estilo absolutamente marcado y nuevo, fue una sorpresa encontrarme con una propuesta de estilo tan sólido, tan reconocible, en una directora tan joven.
Hablamos con ella, y tuvimos una hermosa conversación acerca del proceso creativo de Max Garita, y de algunos otros misticismos que rodean la obra. Aquí, la entrevista.
Entrevista
Contanos un poco de tu trayectoria hasta el día de hoy
—Empecé a estudiar comedia musical a los cinco años, y siempre estuve conectada al teatro y al canto. Pasé por la UNA en las carreras de licenciatura en actuación, y luego en dirección, aunque ninguna de las dos las terminé. Hice varios talleres sueltos de escritura, poesía, seminarios de dramaturgia, y en 2021 entré a la EMAD de dramaturgia. Antes de Max Garita había coescrito Pájaro en mano con Carolina Mazzaferro, con dirección mía; Targlok, sobre las reglas terrícolas, mi autoría y dirección; Chascomús, autoría y dirección compartida con Lautaro Noriega.
¿Cómo surgió la idea de escribir Max Garita?
—En el marco de la EMAD, en el primer año de la cursada teníamos que escribir una obra. Primero vino la consigna académica, luego el disparador conceptual, la idea, ciertas imágenes que empezaron a armar el universo. Después de esas imágenes, apareció más concretamente lo narrativo, la historia y la trama. Pero el motor inicial fue la consigna de la EMAD.
¿Qué universos temáticos te sirvieron de inspiración para la escritura de Max Garita?
—La gran referencia de la obra es Inside (2021), sobre todo respecto al fenómeno de aislamiento detrás de nuestras pantallas, que solo nos dan un estímulo constante de cosas negativas que inmovilizan o rompen el lazo colectivo. Cuando la vi me llevó a un lugar de mucha desesperanza e inmovilidad, pero ahí entró la EMAD a darme una consigna. Para mí es imposible pensar en esta obra sin la influencia de esa película, en términos temáticos, metodología, en el núcleo más duro que habla del gran problema de la interlocución y cómo se hace para salir de la propia cabeza si no hay otra persona enfrente o al lado. Algo de esa locura centrípeta que tiene Inside me inspiró para la obra. Max Garita tiene la estructura de una implosión, tratar de ir hacia afuera para no consumirse del todo y terminar generando una catástrofe. La interlocución, la búsqueda de esa interlocución que no termina de ser un otro, sino una proyección de lo que el personaje ya tiene dentro de sus pensamientos es lo que atraviesa la obra.
Viste mucho teatro, y esta obra tiene un estilo muy particular, de autor. ¿Qué creés que recogiste de otros estilos, y qué crees que aporta de innovador tu propuesta?
—Estudié con Emilio García Wehbi un tiempo, y algo de esa esencia quedó impregnada en mi forma de componer y pensar la escena. Lo interdisciplinario, la trenza de distintos lenguajes que componen una escena. Me es muy difícil pensar la dramaturgia por fuera de la puesta, algo que podría considerarse a nivel dramatúrgico como una falencia, cuando se intenta desprender un poco de la imagen y puesta en escena al escribir y centrarse más en la textualidad, pero no pude nunca disociar la escritura dramática de lo que me imagino para la obra. Podríamos decir que es una debilidad que se vuelve estilo.
O sea que cuando escribís también escribís una propuesta de puesta en escena.
—Exacto. El texto está intrínsecamente cargado de escena, qué va a pasar con las luces, con el sonido, con el movimiento, los objetos. No un lenguaje por delante de otros, sino una escena compuesta entre los distintos lenguajes que la forman. Lo pienso como un gran rompecabezas que se va armando a la par, ahí hay algo de metodología. Me convocan y me atraen mucho las obras que tienen trucos, sorpresas, dispositivos escénicos que apelan a una recepción de la escena más sensorial y no tan intelectual. Por supuesto que una sabe qué quiere decir con cada cosa y hay trasfondo en eso, pero el impacto sobre lo sensorial me es más fuerte. Como creadora trato de no pensar en la limitación presupuestaria que es total, sino en cómo hacer la obra que me imagino, que en mi cabeza es de alto vuelo. En esa negociación entre lo que visualizo y lo que hay, puede haber algo de impronta propia. Cómo puedo contar con poco todo esto, sin disminuir la pretensión de que sea sorprendente, innovador, inmersivo.
Respecto a la obra concluida, ¿qué estaba planeado desde la dramaturgia, y qué fuiste descubriendo en el proceso de montaje?
—Como te comentaba lo que está ya estaba en la interdisciplinariedad del texto. Está plagado de escenografía y truco, es más parecido a una partitura escénica que a un texto dramático. Eso lejos de facilitar el trabajo de dirección trajo bastante complicaciones, porque cuando se lleva a la práctica lo que una creía que iba a funcionar no funciona, y la obra se desarmó muchas veces para rearmarse. Todo lo que pasa entre actores, música, luces y efectos está pensado pero armado de nuevo en ensayos. Como directora no me tembló el pulso a la hora de ver cosas que no funcionan y de las que había que desprenderse. Pulir, sacar, cambiar, escuchar mucho a los actores, porque al ser actriz una sabe cuando un actor no puede hacer carne un texto, o le hace ruido, y trato de no pasar por alto eso. Que los textos sean habitados por ese proceso de redescubrimiento del material, la redimensión de algunas cosas, y el rompecabezas que todo el tiempo fue muy poco lineal y reinventado ensayo tras ensayo.
¿Querés contarnos algún descubrimiento para compartir, o cómo continúa la experiencia de Max Garita?
—En toda creación artística hay descubrimientos mágicos, pequeños destellos de cosas que no se les puede dar explicación pero aparecen. Cuando eso ocurre, y la temática de lo que una trabaja se refleja en el procedimiento, estás en el camino correcto. El descubrimiento de que todo el proceso creativo lleva en sí mismo el germen del propio procedimiento. La temática de esta obra en tanto encierro sobre uno mismo, incapacidad de escuchar al otro, fue muchas veces lo que tuve que derribar para poder construir la obra. Tuve que escuchar la actuación, la música, las cosas que no funcionan, salir a buscar un equipo que esté a la altura de un dispositivo complejo, con el que pude hablar, desglosar, todo en equipo. La solución a cómo hacer esta obra compleja tuvo que ver con salir de mi propia garita mental e ir hacia un otro, habilitar la permeabilidad de recibir lo que el otro puede dar a nivel creativo, y construir a partir de eso. Lo más nutritivo de este proceso fue llegar a este montaje, siendo que la obra se escribió hace cuatro años y se acaba de estrenar. Los próximos pasos de Max Garita son, una función especial a pedido del público en Espacio Callejón el 3 de diciembre a las 20:30hs, y una gran temporada el año que viene.
Entradas acá para la próxima función del miércoles 3 de diciembre a las 20:30hs en Espacio Callejón.
FICHA TÉCNICA:
Dramaturgia: Nicole Popper
Actúan: Lautaro Noriega, Camilo Polotto Javkin
Iluminación: Ricardo Sica
Diseño sonoro: Alessio Tiracchia
Música: Alessio Tiracchia
Asistencia general: Camila Toker
Dirección: Nicole Popper
por Ailo (@___ailo)
Ailén Cafiso (Ailo) es bailarina y artista multimedia. Trabajó como editora varios años, hoy escribe y coordina Ficcialidad, una revista cultural. Forma parte de Potencial de acción, grupo de artistas multidisciplinarios que trabajan en la creación de obras de cine y danza. En cine co-dirigió e interpretó el videodanza Parque (2022), en teatro-danza hizo La danza rota (2024) unipersonal de cuatro funciones. De las primeras bailarinas del mundo en experimentar con danza y NFTs. Explora la relación entre la danza y todas las otras artes posibles.



Comentarios