Modelo vivo muerto: hacer reír en realidad
- Ailo
- 12 jun
- 4 Min. de lectura
por Ailo
"Es más vivo que los muertos" dice uno y se ríen a todo volumen cuatro tipos en el colectivo de vuelta a la una de la mañana, ese día en que vi Modelo vivo muerto.

Modelo vivo muerto es la primera obra en este formato de pieza teatral en tres actos del grupo Bla Bla, conformado por varios artistas en 2010 a partir de una convocatoria para una varieté. Hasta el momento habían profundizado hasta la perfección en su formato de sketches o números cortos, habiendo realizado múltiples espectáculos: Puro Bla Bla (2012) / Tranquimanso Vol. 1 & 2 (2013) / Bla Bla «La Película» (2014) / Work in Problem (2016) / Fiebre de Neón (2017) / Senza Parole (2018) / El Sortilegio del Gato (2019) / Bla TV (2020) en streaming / Galaxiadia (2020) un radioteatro para Radio Nacional
En esta propuesta actúan Julián Lucero, Manu Fanego, Sebastián Furman, Tincho Lups y Carola Oyarbide. La dirección es de Francisca Ure, la dramaturgia una creación colectiva.
Es el día del último examen de un grupo de estudiantes de una Academia de Arte, si aprueban reciben el título —o el diploma. La prueba consiste en retratar a un modelo vivo con los lápices que utilizaba el fundador de la escuela, y dibujar con los mismos que están almacenados en su cuerpo momificado en el sótano del colegio desde hace cuatrocientos años.
El modelo vivo (Manu Fanego) se ubica bellísimo en su pose de modelo y modela, vivo. Para adornarse el profesor (Julián Lucero) le da una tela, toga, o manta que lo cubre cual romano retratado por Caravaggio componiendo así una imagen icónica y esbelta. Tela guardada también junto a los lápices y al cadáver del mentor de la Academia de Arte. Tela que también, le hace aparecer unas ronchas en la espalda al modelo, tétricas y en descomposición.
En este clima de concentración escolar y diplomática, y en ese tono límite en que los Bla Bla trabajan —no todo es tan en chiste, ni todo tan en serio— el profesor les advierte a los alumnos (Tincho Lups, Pablo Fusco, Carola Oyarbide) que la prueba final y definitiva será representar la alegoría de la caverna pero al revés, y con la luz apagada. Acompañando todas las escenas hay un pianista (Sebastián Furman, ma-gis-tral), cuasi asistente del profesor en la Academia quien aporta clima a cada momento según la tensión que haya.
En ese instante todo se apaga de verdad, y tras unos minutos largos y preciosos de oscuridad en el teatro donde solo escuchamos música y comentarios se ha sucedido la tragedia titular: el modelo vivo ha muerto.
Desde ese momento se sucede un torbellino de incriminaciones e intentos de resolver el misterio, para lo que llaman a una psicopedagoga, porque esa es la manera de resolver las cosas en los colegios (también interpretada por Manu Fanego) quien se ocupa de hacer ejercicios grupales para deducir quién mató al modelo, rondas de preguntas, caminatas por el espacio, y representaciones como sketches donde cada uno de los personajes despliega su talento maravilloso.

En un quiebre temporal donde todo puede ser y todo empieza a tener cada vez menos sentido, todos los participantes se autoincriminan y todas las exposiciones parecen ser posibles. Es en ese momento cuando el pianista, Sebastián Furman, que había estado tocando y climatizando las escenas desde el comienzo, desparrama lo que parecen ser sus partituras por todo el escenario.
Acá ocurre un momento sublime donde los personajes hiperconscientizan su cualidad de personajes, notan que todo lo que había ocurrido hasta el momento estaba guionado, que todas las escenas fueron escritas y que el creador era el pianista. En este episodio de anagnórisis total —y me animo a decir que este momento debe variar cada vez porque improvisan hermosamente— los personajes imitan a otros personajes y es un summum total de la obra.
Modelo vivo muerto compone una exposición casi existencial de cómo funciona el teatro, por qué y para qué, (el teatro y la vida), se ponen de acuerdo hacia un desenlace nuevo creador y creaciones en cambiar el final escrito porque no les gusta la propuesta. Tuercen en un número musical el destino y nos anuncian que todo final puede ser el comienzo de algo nuevo. Después de los aplausos, agradecen a lxs trabajadorxs del teatro y ante la multitud que llenó la sala hacen una mención a estar del lado de los jubilados y los trabajadores del Garrahan. Lo más valioso de estar arriba de un escenario: hacer reír y hacer realidad.
La obra sigue en mil localidades, provincias, barrios. Pueden ver toda la información en la página blabla.ar
FICHA TÉCNICA:
Dramaturgia: Creación Colectiva
Intérpretes: Manu Fanego, Sebastián Furman, Pablo Fusco, Julian Lucero, Tincho Lups, Carola Oyarbide
Diseño de vestuario: Sandra Szwarcberg
Diseño de escenografía: Sol Soto
Diseño de luces: Gustavo Lista
Redes Sociales: Diego Bocha Fernandez
Música: Sebastián Furman
Diseño gráfico: Manu Fanego, Patricio Vegezzi
Asistencia: Maribel Villarosa
Producción: Maribel Villarosa
Colaboración en dramaturgia: Gustavo Lista
Colaboración coreográfica: Jorge Thefs
Dirección: Francisca Ure
por Ailo (@___ailo)
Ailo (Ailén Cafiso) es bailarina, coreógrafa, escritora y artista multimedia. Trabajó diez años como editora, primero en un grupo editorial y luego en un proyecto independiente. Creó el grupo Potencial de acción donde reúne artistas multidisciplinarios para la creación de obras de cine y danza. Co-dirigió Parque (2022), hizo La danza rota (2024) y fue una de las primeras bailarinas del mundo en experimentar con danza y NFTs. Escribe poesía, y está terminando su primera novela. Creó Ficcialidad con el fin de difundir material artístico e histórico de investigación. ailo.work
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