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El vuelo de la mosca: Lo que se oculta debajo del ombú

  • Foto del escritor: Manu Harriague
    Manu Harriague
  • 30 jul
  • 3 Min. de lectura

por Manu Harriague



El Vuelo de la Mosca, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Dante Tealdi, retrata el deterioro de una familia terrateniente que atraviesa dificultades económicas. Se asienta en el costumbrismo criollo, que articula la historia argentina y la ficción nacional, para trazar los devenires y dinámicas filiales. 

Su representación más clara se encuentra en la figura del patriarca muerto, escritor de poesía gauchesca, quien se convirtió con el tiempo en una presencia ineludible. Desde su fallecimiento, tres hermanas deben decidir sobre los pormenores de la herencia, los campos y el patrimonio literario, en una disyuntiva que trastoca tanto la estructura material de su existencia como la construcción simbólica que la sustenta. 


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El conflicto comienza con la búsqueda de un poema inédito y desviado del canon del autor. Sin embargo, a lo largo de la puesta en escena se desencadenan también una serie de situaciones que revelan las penurias de unos y otros, a medida que salen a la luz los secretos del legado paterno.


La obra se inscribe dentro de una tradición que se atreve a mirar la historia de nuestro país de forma humorística, punzante y certera. Desde el principio presenta personajes que dibujan la silueta de actores sociales verosímiles pero caricaturescos, atados a una realidad desencantada. 


Cada una de las hermanas Memé (Jimena Esnaola), Berta (Erika Ellinghaus) y Lidia (Julia Gel) encarna distintas formas de la represión, incapaces de actuar plenamente desde su deseo personal, o solo de manera marginal y parasitaria. Vemos cómo la desconfianza, el arribismo social y el resentimiento intrafamiliar movilizan una serie de alianzas y traiciones, preparando el escenario para la violencia. La esfera del lenguaje es otra manera de explorar estos conflictos de clase y género en la obra. El despliegue de un vuelo lírico se presenta influenciado por los impulsos bajos, a través de estrofas y fragmentos recitados erráticamente por Lidia, “la hermana tarada”, como si fueran manifestaciones sintomáticas. Las actuaciones funcionan también en ese sentido, con una advertencia: no entrar esperando el comentario social así nomás; es en la deformación de los espectros de esa habitación arrumbada que se encuentra la revelación de la “mugre dulce”. 


A la vez que se evidencia la problemática de la sucesión de una tierra, entendida como territorio de ficciones contrapuestas, El Vuelo de la Mosca expone la marginalidad y crueldad del centro: aquello que se esconde a pesar de la máscara de una estirpe moral y civilizada. Bajo la mirada del gran padre poeta, se desenvuelven los dramas de una parte de la sociedad, que se revela como una farsa. Un comentario que no se agota dentro de los límites del teatro, sino que también habla de un país.



FICHA TÉCNICA

Dramaturgia: Mariano Saba

Actúan: Paolo Cillo, Erika Ellinghaus, Jimena Esnaola, Julia Gel, Julio Tejeda

Diseño De Iluminación: Alejandro Galerti

Diseño: Erika Ellinghaus

Fotografía: Aarón Wang

Prensa: Valeria Franchi

Colaboración en dirección: Martin Lerner

Dirección: Dante Tealdi

Agradecimientos: Alberto Leiva


por Manu Harriague (@manu.harriague)


Entusiasta espectadora desde el teatro de títeres de su infancia, ahora persigue esa misma emoción en cada espectáculo. Tras un breve paso por la Licenciatura en Letras, fue virando por distintos talleres de escritura, donde experimentó con dramaturgia, narrativa y poesía. En cada espacio descubrió una manera distinta de atravesar el mundo, trazando un dispositivo mutable de creatividad. Más adelante, encontró en la curaduría una confluencia transdisciplinar de esos intereses y preguntas. Actualmente, está finalizando la Licenciatura en Curaduría en la Universidad Nacional de las Artes.

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