Este mundo peligroso: El futuro ya no es lo que era
- Victoria Armada

- 4 dic
- 3 Min. de lectura
por Victoria Armada

Es el año 2030 y la lluvia ácida erosionó cualquier idea de porvenir. Male (Alma Holovatuck) y Juan (Luciano Andrea) intentan sobrevivir en un monoambiente que van nutriendo con plásticos y cartones que rescatan de sus solitarias expediciones al mundo exterior.
Todos los días, una voz estatal-orwelliana (Mariana Cicatelli) saluda omnipresente y con entusiasmo “Buenos días población”. Y anuncia con ecos de esa costumbre tan argentina de consultar el estado del clima a primera hora el nivel de toxicidad de la lluvia en el día.
Lxs amigxs emprenden las rutinas mecánicas diarias pero, ante las coreografías previsibles del encierro, buscan fisuras por dónde respirar. La aridez de las “actividades” que propone la voz contrasta con la profundidad emocional de los personajes y la plenitud de la entrega física de Holovatuck y Andrea.
Se destaca el trabajo de iluminación (Franco Vega) que asfixia cuando suenan las sirenas estatales y acompaña los distintos estados afectivos de los protagonistas.
A través de rebeldías discursivas (juegan a hablar con acento español, juegos de chupitos con raciones mínimas de agua), corporalidades deseantes y el conjuro de la memoria, consiguen conectar por lo menos unos instantes con una realidad donde la vida todavía podía ser potencia. “¿Jugamos al pasado?”, pregunta Male y se entregan de lleno a un repaso por la nostalgia de una generación pre-cambio-de-milenio. Postales quizás subestimadas en su momento pero que ahora toman una contundencia difícil de obviar: boliches, floggers, tamagotchis, chapes en recitales, la posibilidad de sentir a otra persona.
Sin embargo, la perspicaz dramaturgia de Este mundo peligroso (también de Holovatuck y Andrea) logra que estas reverberaciones de tiempos más libres no queden atrapadas en una idealización del pasado sino que sean catalizadoras de una búsqueda de transmutación.
¿Cómo experimentar ese fluir previo a la disociación mecánica? Los grandes relatos fueron reemplazados por la lógica corporativa que todo lo fagocitó. Solo quedan platos zombies de ramen hechos de gaseosas, raciones mínimas de agua. Restos arqueológicos de una civilización de consumo desmedido.
Juan ensaya que quizás en Japón hayan descubierto la fórmula para poner fin al colapso climático. Entonces, deviene un faro, en la posibilidad de que se encuentre una solución para frenar ese exterior destructivo, muriático, aislante. La figura del novelista y samurái Yukio Mishima es invocada como guía espiritual. Las prácticas cargadas de ritualidad de los samuráis actúan como un antídoto a una realidad fragmentada. Aunque en éstas también hay repetición, a diferencia de las rutinas tienen otro espesor simbólico.
Espesor que se traduce en escena, donde la dirección de Bárbara Sánchez consolida la tensión minuciosa entre el afuera y el adentro. Logra conjugar todos los elementos de una obra que rebosa tanto de brutalidad y dulzura, y que ilumina con claridad nuestro propio momento histórico de desorientación pospandemia, con una sociedad cada vez más individualista y atomizada.
Este mundo peligroso es una apuesta radical por la presencia, por encontrarse en otrxs. Esfumar las narrativas que reivindican la distancia, la tiranía de lo individual. En un contexto donde todo invita al encierro el teatro es un tesoro, es entrega. El espacio escenográfico trasciende el teatro con una revelación final, un instante donde todo deviene expansión y posibilidad. Una lluvia que ya no arde sino que purifica.
FICHA TÉCNICA:
Dramaturgia y actuación: Alma Holovatuck y Luciano Andrea
Dirección: Bárbara Sánchez
Asistencia de dirección: Mersi Sevares
Diseño de Iluminación: Franco Vega Valiente
Fotografía: PHOTO EXPERIENCE
Diseño gráfico: BLACK LAB — Ángel Aroca
por Victoria Armada @vicarmada
Victoria estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA. Se dedica a la comunicación para proyectos culturales y de activismo por los Derechos Humanos y Animales. Explora a través del collage otras formas posibles de habitar el mundo.



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