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La vida animal: El ser humano, ¿animal de la poesía?

  • Foto del escritor: Nicole Popper
    Nicole Popper
  • 27 may
  • 3 Min. de lectura

por Nicole Popper


¿Dónde queda nuestra humanidad en medio de tanta domesticación? ¿Qué nos hace personas? ¿Las palabras, la capacidad de abstracción, los sistemas simbólicos? ¿O es la materia: la carne, los huesos, los fluidos? ¿Será el instinto, el placer, esa necesidad irrefrenable de bailar sin coreografía, comer un buen chocolate o destapar una cerveza cuando cae el sol?

La vida animal se sumerge en estos cuestionamientos de manera lúdica, irreverente y sensorial. Si somos la única especie capaz de producir poesía, tal vez sea nuestra la tarea de explorarnos a través del arte y del juego.



Contarnos historias, improvisar, jugar con las palabras y los sonidos, habitar la arbitrariedad de nuestros signos y rituales: todo eso parece ser la materia prima de esta obra, que nos empuja a vivir con intensidad, en compañía, lanzándonos a la aventura de sentir apasionadamente y buscar sentido a través del movimiento y la creación.

La obra despliega un universo onírico hecho de escenas breves y sensaciones efímeras. Es una especie de fábula fantástica narrada por duendes, donde conviven vikingos suicidas, árboles que hablan, pajarracos en un antro rockero, canciones sin melodía que suenan como rezos inconclusos. Cada imagen propone una aproximación distinta —caótica, poética— a una pregunta de fondo: ¿por qué razón arbitraria y colorida somos nosotrxs, lxs humanxs, los animales del lenguaje?  ¿Por qué el Azar nos eligió como especie capaz de crear fantasía?

No hay aquí un sentido cerrado ni tranquilizador. Al contrario, el montaje abraza lo fragmentario: se trata de una acumulación de gestos, imágenes y climas sostenida por una dirección que se entrega a lo ridículo, lo inconexo y lo tierno, sin necesidad de explicación.



“No hace falta entender”, dice uno de los duendes. Y algo en nosotrxs —como espectadores— se afloja, se distiende, se alivia. Tal vez porque somos esa especie extraña que se reúne en un teatro a decirse cosas inventadas, a perseguir una y otra vez esa famosa Verdad, a rendirse ante sus preguntas existenciales, a jugar con amigues.

La vida animal nos invita a hacer bailar a nuestros fantasmas, a no dejarnos amansar por las certezas, a no permitir que la lógica apague el impulso por seguir explorando las sensaciones más diversas, en la búsqueda de responder esos enigmas que, en el fondo, no pretendemos cerrar del todo.




FICHA TÉCNICA:

Dramaturgia: Julián Rodríguez Rona

Actúan: Andrés Ciavaglia, Julián Rodríguez Rona, Roman Tanoni, Albertina Vazquez

Movimiento: Constanza Feldman

Vestuario: Cecilia Zuvialde

Escenografía: Cecilia Zuvialde

Iluminación: Matías Sendón

Ilustraciones: Juan Ignacio Reos

Diseño sonoro: Pablo Viotti

Música original: Julián Rodríguez Rona, Pablo Viotti

Fotografía: Flora Rosa Y Fuerte, Julián Cardoso

Diseño gráfico: Mercedes Moltedo

Asistencia de dirección: Micaela Gibelli

Prensa: Marcos Mutuverría

Producción ejecutiva: Catalina Fusari

Producción: Nadia Crosa

Colaboración artística: Nadia Crosa

Supervisión dramatúrgica: Martín Flores Cárdenas

Colaboración coreográfica: Luciana Acuña

Dirección: Julián Rodríguez Rona

Relaciones Públicas: Ana Skornik


por Nicole Popper (@nicole.popper)


Nicole Popper es actriz, directora y dramaturga. Estudió Actuación y Dirección teatral en la UNA y se formó en Dramaturgia en la EMAD. También escribe poesía. Como autora y directora, estrenó Pájaro en mano (2016) y Targlok: sobre las reglas terrícolas (2018 y 2022). Actuó en teatro y en tele, y en 2023 la nominaron a los Premios Hugo por su actuación en Llega la mañana. Ahora está ensayando Max Garita, su próxima obra como dramaturga y directora, a estrenar en noviembre en Espacio Callejón.

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