top of page

Lo que se pierde se tiene para siempre: ¿Cuál es la medida exacta de la permanencia?

  • Foto del escritor: Nicole Popper
    Nicole Popper
  • hace 6 días
  • 3 Min. de lectura

por Nicole Popper


Basada en cuentos de Alejandra Kamiya y haciendo honor a sus mundos melancólicos donde el peso del pasado dialoga con lo que persiste en el presente, Lo que se pierde se tiene para siempre pone en escena a una familia: madre, padre, hija, la cuidadora de esa madre, y un hijo que, si bien no está en escena, sigue presente a través del relato como un recuerdo funesto. La obra se asienta en esa pregunta por lo que permanece, aunque no lo veamos, dentro de cada casa.



Fotografía de Luis Sens
Fotografía de Luis Sens

Con un ritmo cuidado y una escenografía que funciona como un juego de rompecabezas, la puesta en escena, a cargo de Anahí Berneri, nos propone un espacio siempre cambiante. Como los vínculos a través del tiempo. Como las casas a medida que crecemos.


Apenas entramos al teatro Teresa, la cuidadora (Camila Marino Alfonsín), está tomando medidas y trazando líneas. ¿Qué mide esa persona que está por fuera de esa familia pero dentro de esa casa? Traza el contorno de los muebles que están, y de algunos que no están, como una silueta premonitoria. A medida que avanza la obra, la escenografía se acomoda en esos espacios previamente delimitados con tiza en el suelo. ¿Las líneas en el piso son la manera de demostrar que algo estuvo ahí? ¿Que estará? ¿Que debería estar?


La dramaturgia (Javier Berdichesky y Andrés Gallina) hace pie firme en esa mirada contemplativa: está cargado de imágenes, de texturas y de momentos que, desde su sencillez y detalle, nos develan las huellas más profundas grabadas en esta historia familiar.


Con una coreografía precisa, la obra pareciera ser un álbum de fotos conformado por instantáneas del pasado de estos personajes —con sus traumas y sus pérdidas— y las escenas del presente, en donde la hija se convierte de cuidada a cuidadora, y sus padres de dos figuras solemnes e inalcanzables a dos seres vulnerables y dispuestos a olvidar para rearmarse una y otra vez.


Primero vemos una casa, luego dos —o como dice el personaje interpretado por Sofía Gala, “una misma casa dividida en dos”. En el uso del espacio se evidencia esa poética de mutación. Nunca tenemos un solo sitio de pertenencia, sino que reproducimos un hogar en el entretejido de todos los lugares que nos hicieron sentir en casa. Encontramos refugio en los espacios que compartimos con los demás. Una pasarela en medio de la escena encarna ese trayecto por donde, a lo largo de los años, los objetos pasan, se trasladan, migran. Y ella misma —primero una niña, después una adulta— nos muestra qué mundo particular y distinto construye con cada uno de sus padres (interpretados sensiblemente por Enrique Amido y Marita Ballesteros).


Las cosas tienen un lugar que les corresponde. Y luego se mueven.


En el universo de Kamiya, esta sensación aparece constantemente: los lugares, las personas y los objetos dejan huellas y podemos ver cómo van transformándose. Pienso en los títulos de sus libros, particularmente El sol mueve la sombra de las cosas quietas, que, además de ser una oración que da cuenta de su tono contemplativo, nos dice que hay cosas que permanecen en los mismos lugares, pero aun así, son movidas simplemente por el paso del tiempo.


¿Qué es una familia? No sabemos con exactitud, sin embargo la podemos leer tanto en las situaciones más densas como en los objetos cotidianos: una familia es también los pañuelos, los saquitos de té, las herramientas de papá, los cajones infinitos de mamá, la mochila de la hija que carga con bienes y noticias de una casa a la otra, construyéndose una identidad a modo de collage, de puente entre esos mundos que, a la distancia, permanecen juntos a pesar de todo.





FICHA TÉCNICA:

Idea: Javier Berdichesky, Alejandra Kamiya

Dramaturgia: Javier Berdichesky, Andrés Gallina

Actúan: Enrique Amido, Marita Ballesteros, Sofía Gala Castiglione, Camila Marino Alfonsín

Diseño de vestuario: Roberta Pesci

Diseño de escenografía: Lü Carnicero

Realización de escenografia: Burdel De Objetos

Redes Sociales: Tomás Makaji

Música original: Jackson Souvenirs

Diseño De Iluminación: Iván Gierasinchuk

Fotografía: Luis Sens

Diseño gráfico: Tomás Makaji

Asistencia de dirección: Verónica Di Michele

Producción ejecutiva: Dumont4040, Dumont4040literatura, Anahí Berneri

Coreografía: Susana Szperling

Dirección: Anahí Berneri

Agradecimientos: Fernanda Chali, Romina Chepe, Cristina Krenz, Federico Lastra, Santiago Loza


por Nicole Popper (@nicole.popper)


Nicole Popper es actriz, directora y dramaturga. Estudió Actuación y Dirección teatral en la UNA y se formó en Dramaturgia en la EMAD. También escribe poesía. Como autora y directora, estrenó Pájaro en mano (2016) y Targlok: sobre las reglas terrícolas (2018 y 2022). Actuó en teatro y en tele, y en 2023 la nominaron a los Premios Hugo por su actuación en Llega la mañana. Ahora está ensayando Max Garita, su próxima obra como dramaturga y directora, a estrenar en noviembre en Espacio Callejón.

bottom of page